Me
saludó con cierta indiferencia
Y
a mí me dio igual;
Estaba
pensando en otros asuntos,
En
personas que estaban muy lejos
Y
unas cuantas que no volverían,
Pero,
de igual manera,
Noté
su indiferencia
E
intenté, con cierta humildad,
Mostrarme
algo ofendido.
Llevaba
un anillo en su mano izquierda,
Y
traía un paraguas en su bolso,
“Por si acaso”, me dijo,
Creo
que es una de sus frases favoritas,
Que
su vida es una continua justificación
Por
la que nadie, aparte de mí, pregunta.
Se
sentó junto a mí y pidió un café,
Lo
pidió con poca leche
Mientras
el mesero sonreía.
Solo
entonces me miró,
Sentí
su mirada,
Sonreí,
Di
el último trago a mi cerveza,
Ordené
otra con un gesto,
El
mesero respondió a distancia,
Sonreí
de nuevo,
Y,
solo entonces, la miré.
No
me gusta mirarla
Aunque
admito que su rostro
Resulta
perfecto
En
términos estéticos,
En
mis términos estéticos,
Una
fotografía de un paisaje,
Un
poema que te hace temblar,
Una
pintura;
Pero
verla significaba perder el tiempo,
Perder
un poco de tiempo
Que
después voy a andar buscando,
Sin
fortuna alguna,
Para
ver una película;
No
me gusta dejarlas a la mitad.
El
mesero sirvió las bebidas,
Era
un joven de facciones fuertes
Con
un tatuaje en el hombro,
Le
agradecí por inercia y se alejó,
“No
voy a darle propina”, pensé,
Volví
a posar mis ojos sobre ella.
Le
puso dos sobres de azúcar al café,
Los
sobres fueron abiertos con clase,
Denotando
cierta potestad sobre la vida,
Un
aura de tenacidad sobre sus hombros
Que
se desvaneció un instante después;
Se
quemó la boca y emitió un pequeño grito,
Un
gemido,
Una
muestra de humanidad;
No
todas las ilusiones son para siempre.
Ella
sonrío por un segundo,
Luego
ocultó su sonrisa con palabras,
Es
muy buena ocultando sus impulsos,
No
volví a ver esa sonrisa.
“¿Cómo
has estado?”, preguntó;
“Como
siempre”, respondí.
Di
el primer trago a la cerveza
Mientras
recorría el pico de la botella
Con
la yema de mi índice derecho,
Ella
revolvía el café con su mano izquierda,
No
había notado que era surda,
O,
al menos, surda para mezclar el café
Con
dos bolsas de azúcar morena.
“¿Sigues
escribiendo?”, preguntó;
“A
veces”, respondí;
“¿Cuándo
escribes?”, preguntó;
“Cuando
no tengo nada mejor que hacer”, respondí;
Ella
se rió sin sonreír,
Una
burla que no tuvo mayor efecto,
Que
fue consumida, cómo no,
Por
otro trago de cerveza.
“¿Y
sobre qué escribes?”, preguntó;
“La
mayoría de las veces,
Cuando
no encuentro inspiración alguna,
Escribo
sobre ti”, respondí;
Se
burló una vez más,
Tomé
más cerveza,
Ya
se iba a acabar,
Ella
iría por un tercio del café,
Comencé
a beber más despacio,
Sorbos
más cortos.
“¿Entonces
no soy parte de
Lo
que, en tu bizarra mente,
Llamas
inspiración?”, preguntó;
“No”,
respondí.
Noté
cierta decepción en su mirada,
En
su forma de tomar café.
“Eres,
más bien, casualidad”, agregué,
“No
puedo conocer la inspiración
En
medio de una fiesta,
A
ti sí”.
“¿Por
qué me llamaste?”, preguntó;
(No
quería verme,
Me
alegro de que no quisiera verme
Porque
todo pudo haber sido diferente,
No
sé si mejor, solo diferente;
No
quisiera arriesgarme)
“Para
liberarme”, respondí,
“No
existe mayor desencanto
Que
el de ver con cierta constancia
Al
ser amado,
Notar
que es de carne y hueso,
Que
toma café y se quema la boca”;
“Entonces
sí fui tu ser amado”, dijo,
Pero
lo dijo para sí misma,
Mirando
el techo y tomando un sorbo,
El
último gran sorbo de café.
“Mi
idealización favorita hasta el momento”, dije;
Se
me ocurrieron un par de frases más,
No
me dieron ganas de decir ninguna,
Terminé
mi cerveza y pedí otra.
Ella
se levantó y se fue,
Desde
lejos se despidió con indiferencia,
Más
indiferencia que en el saludo.
Traía
un vestido negro que le quedaba bien,
“Cualquiera
quisiera quitárselo”, pensé,
Mientras
tomaba un gran sorbo.
De
lejos sí me gustaba mirarla,
No
había mejor forma de invertir el tiempo,
Su
cabellera ondulaba al compás de sus pasos,
Se
hacía cada vez más pequeña
Sumiéndose
en la multitud,
Mimetizándose,
Siendo
una más.
Terminé
la cerveza y pagué la cuenta,
Le
di propina al mesero,
Aunque
una muy pequeña,
No
merecía más,
No
me cayó del todo bien.
Me
gustó el lugar,
No
era perfecto,
Pero
estaba más que bien
Para
este tipo de encuentros,
Había
un gran elefante de tela
Colgando
justo sobre la entrada,
Me
pregunto si alguien,
Quien
sea,
Sabrá
por qué;
Ha
de ser importante,
Los
elefantes siempre son importantes.
Por:
Juan José Cadena D.
No hay comentarios:
Publicar un comentario