miércoles, 7 de enero de 2015

Qué bueno que viniste



Me saludó con cierta indiferencia
Y a mí me dio igual;
Estaba pensando en otros asuntos,
En personas que estaban muy lejos
Y unas cuantas que no volverían,
Pero, de igual manera,
Noté su indiferencia
E intenté, con cierta humildad,
Mostrarme algo ofendido.
Llevaba un anillo en su mano izquierda,
Y traía un paraguas en su bolso,
 “Por si acaso”, me dijo,
Creo que es una de sus frases favoritas,
Que su vida es una continua justificación
Por la que nadie, aparte de mí, pregunta.

Se sentó junto a mí y pidió un café,
Lo pidió con poca leche
Mientras el mesero sonreía.
Solo entonces me miró,
Sentí su mirada,
Sonreí,
Di el último trago a mi cerveza,
Ordené otra con un gesto,
El mesero respondió a distancia,
Sonreí de nuevo,
Y, solo entonces, la miré.
No me gusta mirarla
Aunque admito que su rostro
Resulta perfecto
En términos estéticos,
En mis términos estéticos,
Una fotografía de un paisaje,
Un poema que te hace temblar,
Una pintura;
Pero verla significaba perder el tiempo,
Perder un poco de tiempo
Que después voy a andar buscando,
Sin fortuna alguna,
Para ver una película;
No me gusta dejarlas a la mitad.

El mesero sirvió las bebidas,
Era un joven de facciones fuertes
Con un tatuaje en el hombro,
Le agradecí por inercia y se alejó,
“No voy a darle propina”, pensé,
Volví a posar mis ojos sobre ella.
Le puso dos sobres de azúcar al café,
Los sobres fueron abiertos con clase,
Denotando cierta potestad sobre la vida,
Un aura de tenacidad sobre sus hombros
Que se desvaneció un instante después;
Se quemó la boca y emitió un pequeño grito,
Un gemido,
Una muestra de humanidad;
No todas las ilusiones son para siempre.

Ella sonrío por un segundo,
Luego ocultó su sonrisa con palabras,
Es muy buena ocultando sus impulsos,
No volví a ver esa sonrisa.
“¿Cómo has estado?”, preguntó;
“Como siempre”, respondí.
Di el primer trago a la cerveza
Mientras recorría el pico de la botella
Con la yema de mi índice derecho,
Ella revolvía el café con su mano izquierda,
No había notado que era surda,
O, al menos, surda para mezclar el café
Con dos bolsas de azúcar morena.
“¿Sigues escribiendo?”, preguntó;
“A veces”, respondí;
“¿Cuándo escribes?”, preguntó;
“Cuando no tengo nada mejor que hacer”, respondí;
Ella se rió sin sonreír,
Una burla que no tuvo mayor efecto,
Que fue consumida, cómo no,
Por otro trago de cerveza.
“¿Y sobre qué escribes?”, preguntó;
“La mayoría de las veces,
Cuando no encuentro inspiración alguna,
Escribo sobre ti”, respondí;
Se burló una vez más,
Tomé más cerveza,
Ya se iba a acabar,
Ella iría por un tercio del café,
Comencé a  beber más despacio,
Sorbos más cortos.
“¿Entonces no soy parte de
Lo que, en tu bizarra mente,
Llamas inspiración?”, preguntó;
“No”, respondí.
Noté cierta decepción en su mirada,
En su forma de tomar café.
“Eres, más bien, casualidad”, agregué,
“No puedo conocer la inspiración
En medio de una fiesta,
A ti sí”.

“¿Por qué me llamaste?”, preguntó;
(No quería verme,
Me alegro de que no quisiera verme
Porque todo pudo haber sido diferente,
No sé si mejor, solo diferente;
No quisiera arriesgarme)
“Para liberarme”, respondí,
“No existe mayor desencanto
Que el de ver con cierta constancia
Al ser amado,
Notar que es de carne y hueso,
Que toma café y se quema la boca”;
“Entonces sí fui tu ser amado”, dijo,
Pero lo dijo para sí misma,
Mirando el techo y tomando un sorbo,
El último gran sorbo de café.
“Mi idealización favorita hasta el momento”, dije;
Se me ocurrieron un par de frases más,
No me dieron ganas de decir ninguna,
Terminé mi cerveza y pedí otra.

Ella se levantó y se fue,
Desde lejos se despidió con indiferencia,
Más indiferencia que en el saludo.
Traía un vestido negro que le quedaba bien,
“Cualquiera quisiera quitárselo”, pensé,
Mientras tomaba un gran sorbo.
De lejos sí me gustaba mirarla,
No había mejor forma de invertir el tiempo,
Su cabellera ondulaba al compás de sus pasos,
Se hacía cada vez más pequeña
Sumiéndose en la multitud,
Mimetizándose,
Siendo una más.
Terminé la cerveza y pagué la cuenta,
Le di propina al mesero,
Aunque una muy pequeña,
No merecía más,
No me cayó del todo bien.
Me gustó el lugar,
No era perfecto,
Pero estaba más que bien
Para este tipo de encuentros,
Había un gran elefante de tela
Colgando justo sobre la entrada,
Me pregunto si alguien,
Quien sea,
Sabrá por qué;
Ha de ser importante,
Los elefantes siempre son importantes.

Por: Juan José Cadena D.

No hay comentarios:

Publicar un comentario