jueves, 12 de abril de 2012

La Llama Inagotable


Sentado en mí escritorio sin más que mí conciencia,
La vela me habla de vidas pasadas,
Me cuenta del calor entrañable y la dulzura del silencio,
Habla y  habla  a veces cosas sin sentido,
Me aburren  sus historias altamente exageradas,
Me aburren sus movimientos circulares,
Me aburre la esencia de sus colores tan notorios.


Pero no me marcho, tampoco intento marcharme,
Tampoco me esfuerzo por enfocarme en otras cosas,
Lo es todo,
Es el canto de las lágrimas caídas
Lo es todo para mí,
Es el mismísimo consuelo de tanta sangre seca,
El suspiro,
La droga que me aleja de los gritos infernales,
Es el aire agobiador que rodea mi rostro adormecido.


Ya ha contado todo muchas veces,
Empiezo a recitar todo con las palabras exactas,
Son parte de mí,
Son mi propio ser que se escapa en las ráfagas de viento,
Son la viva imagen de mi mundo tan intacto,
Me repugna mucho ese mundo tan propio,
Tanto, que hasta dan ganas de matarlo,
Soplar su tierra árida y plana,
Volver todo montañas glaciares,
Más frías que el fuego,
Tan frías como yo.


Pero no me alejo del fuego,
Ni de la vida saltarina,
Ni del aburrimiento creciente,
Es lo único que me queda,
Lo único que quedara,
Y sigo escuchando los lamentos encendidos,
Son la única compañía que tengo,
Y la soledad,
La soledad tan interna que me persigue.


Por: Juan José Cadena D.