No
me gustó la manera en que nos conocimos,
No
nos dieron la oportunidad de presentarnos,
No hubo
juego de miradas
Ni
preámbulo.
Aparecimos
como un rayo frente al otro,
“Hola,
este soy yo, ¿tú quién eres?”;
“Hola,
esta soy yo, gusto en conocerte”;
La
magia se extinguió,
Ni
siquiera sabía tu nombre,
Ya tenía
tu número,
Tú ya
tenías el mío.
Creo
que no recuerdo
Ni una
sola de nuestras conversaciones,
Ninguna
frase,
Ninguna
respuesta fuera de lo común.
Éramos
un par de seres ordinarios
Que luchan
por una causa perdida,
Escribir
la primera historia de amor
Tan ordinaria
como nosotros mismos;
Por eso
todo funcionó,
Porque
en verdad no nos queríamos,
Porque
solo buscábamos andar juntos
Daba
lo mismo en dónde,
Con quién,
Bajo
que iluminación.
Me
dijiste tu canción favorita,
A lo
que yo quise escucharla,
No me
pareció especial;
Te quedaste
dormida en mi sofá,
Despeinada,
con mal aliento,
Pasaban
mi película favorita,
No quise
decirte nada.
Cuando
llovía te abrazaba,
A veces
era muy cómodo
Sentir
tu respiración en mi pecho,
Una especie
de instrumento de poder,
Otra
manera de ver el mundo;
Pero
siempre te despertabas
Esperando
que habláramos
Como
si a tu edad
Aún no
entendieras
Que no
se puede hablar
Todo
el tiempo,
Aunque
siempre resulte tentador
Pronunciar
una palabra,
Romper
el silencio
Con el
nebuloso seseo de tus pensamientos;
¿Por
qué nos creemos mejores que la nada,
Más importantes
que el silencio?
¿Por
qué te gustaba tanto conversar
Sobre
personas que no conozco,
Que solo
he visto un par de veces
Y cuya
existencia me es indiferente?
Yo
también traía a colación datos irrelevantes,
Personas
muertas,
Dudas
existenciales,
Ideas
sueltas que alguien dijo
Y quedaron
rondando en mi cabeza;
No sé
por qué,
Tenía
ganas de llegar hasta el final,
De ver
quién estaba más aburrido,
Quién
era el más incauto
Al destrozar
las escaleras celestiales,
Pulidas
con especial templanza,
Por el
otro.
Me
gustaba hablar de ti,
Sobre
ti,
De lo
que ocurría alrededor de ti,
De lo
que te interesaba,
De tus
sueños,
De tus
ambiguas creaciones
En las
que, sin quererlo,
Te perdías.
No me
gustaba hablar contigo
Aunque
eso significara,
De cierto
modo,
Saber
más sobre ti;
No me
gustaba hablar contigo.
Un
día que no nos vimos
Resultó
más especial que una velada
Sumidos
en el cuerpo del otro;
La frase
maestra que destrozo
Una novela
fantasiosa
Y nunca
nos quisimos decir
Un
poco por orgullo,
Un poco
por ganas de ser libres;
No hay
mayor libertad que el estar
Junto
a alguien
Que,
para bien o para mal,
No se
ama,
Pues
las ataduras se limitan a la carne,
A la
mínima expresión de lo que somos.
Por
eso yo seguía hablando con otros,
Con personas
que sí me interesaban
Y que,
de vez en cuando,
Decían
algo interesante,
No sobre
personas conocidas
Ni sobre
su forma de ver el mundo,
Sobre
terceros que nuca había visto,
Solo
que eran terceros con historias,
Personajes
escondidos
Bajo
una armadura de piel
A la
espera de ser descubiertos,
De obtener
su merecido lugar
En la
eternidad.
Ese
día no fue especial ni memorable,
Tal
vez hubo alguna señal
De la
que no nos percatamos
Cuando,
como siempre,
Nos despedimos.
Es
extraño recordar las últimas palabras
Cuando,
en realidad, no existieron,
Cuando
fueron una serie de repeticiones.
Ahora
me doy cuenta de que existes
Incluso
en medio de la nada
Y de
que sí eres inmortal
A través
del mundo onírico
En el
que te escabulles
Cada
cierto tiempo
Con esa
malicia que te caracteriza;
Pero
solo ahora eres así,
Antes
no lograbas
Existir
del todo,
Te la
pasabas escarbando entre extraños
Por un
poco de vitalidad.
¿Acaso
el tiempo te dio
Respuestas
a las preguntas
Que
le hice yo?
Ni
siquiera la inmortalidad es para siempre,
No te
emociones tanto.
Por:
Juan José Cadena D.
No hay comentarios:
Publicar un comentario