A veces
nos vemos,
Nos saludamos,
Tú sonríes
con naturalidad
Y te
muestras
Muy alegre
de verme,
De encontrarte
conmigo,
De poder
hablar conmigo
Una vez
más
Antes
de que nos veamos
Obligados
a dar
El último
adiós.
Casi
siempre tienes
Una cola
de caballo
Y una
sonrisa en el rostro,
Casi
siempre me dan ganas
De ignorar
al mundo entero
Para
poder concentrarme,
Aunque
sea por escasos
Segundos
que a nadie
Parecen
importarle,
En los
altibajos de
Tu voz
tan singular;
Tienes
la voz
Un poco
ronca
Y sigues
sonriendo
Mientras
la utilizas.
A ti
tampoco te interesa
En lo
más mínimo
Que ignore
al mundo entero
Para
dedicarte el total
De la
atención,
Que te
ponga el foco encima
Y ahogue
a las miles
De personas
que transitan,
Sin razón
de ser,
En mis
recuerdos,
En mis
historias,
En los
relatos
Que tengo
pensado
Escribir
una tarde
En la
que llueva
Y no
pueda salir a buscarte.
Hablamos
de temas
Que no
nos importan,
No me
importa tu gato,
Ni tus
calificaciones
Ni que
tu animal favorito
Sea el
tiburón,
¿Acaso
era el tigre?,
No sé,
no estoy
Del todo
seguro
De que
siquiera te lo haya
Preguntado;
Nuestras
conversaciones
Siempre
son banales
Y lejanas,
Prolongadas,
Frías,
Pausadas,
Maquinales,
Insoportables,
Tensionantes,
Silenciosas,
Muy silenciosas,
Tan silenciosas
Que a
veces las palabras
Duelen,
Tan
silenciosas
Que no
recuerdo haber visto
El movimiento
de tus labios,
Tan silenciosas
Que nos
quedamos dormidos
Un par
de veces entre
Cada
sílaba
Y nos
vemos en la penosa
Obligación
de esforzarnos
Más de
la cuenta
En comprender
lo que
Nos decimos,
En reconstruir
ideas
Que no
determinan nada,
En escavar
montículos
De vacío
en medio de
La lluvia
para justificar
El hecho
de que
No queramos
irnos
Y olvidarnos
para siempre.
Aunque
tal vez tú,
Junto
a tu cola de caballo,
Tu saludo
y tu sonrisa,
Quieres
olvidarme
De una
vez por todas;
Una persona
menos que saludar,
Una
tormenta silenciosa
Menos
con la que lidiar,
Un mensaje
menos
Que
enviar en año nuevo;
No veo
por qué no,
De seguro
yo hace
Muchos
años
Que me
hubiera
Olvidado
de mí
Si no
tuviera un
Espejo
en la
Sala
de baño,
¿Cómo
crees que
Estaría
en condiciones
De juzgarte
si te vas
Para
nunca más volver?
No,
ni siquiera me tomaría
La molestia
de odiarte
Un par
de semanas
Si me
abandonas
Con el
suficiente disimulo,
Si te
desvaneces
Poco
a poco,
Día a
día,
Frase
a frase,
De una
manera tan inconexa,
Tan dilatada,
Que no
me dé por enterado
De que
fue tú decisión;
Tan solo
me levantaré
Un día
de la cama
Y entenderé
de una vez por todas
Que ya
no estoy en condiciones
De llamarte,
De escribirte,
De pensarte
más de la cuenta,
De saludarte
en los pasillos;
He
perdido para siempre el privilegio
De compartir
mi vida contigo,
De
saber de ti más de lo que
Dicen
las lenguas de terceros,
De enterarme
de primera mano
De que
te mudas,
De que
peleaste con tu mejor amiga,
De que
cambiaste de número,
De que
te cortaste el pelo,
De que
te volviste vegetariana,
De que
te graduaste,
De que
te fuiste de la ciudad;
No,
ya no tendré derecho a nada
Y me
quedaré con un extraño
Sabor
entre los labios
Porque
jamás sabré,
A ciencia
cierta,
El por
qué te evaporaste;
Tan solo
gritaré en silencio,
Con los
ojos,
Con las
orejas,
Con los
brazos,
Con mi
cabeza,
Con la
respiración,
Con mi
espíritu,
Con todo
lo que tengo
O al
menos pienso tener,
Gritaré
a los cielos,
A
los terremotos,
A mis
antepasados,
A los
dioses,
A todos
les gritaré,
Les gritaré
tan fuerte
Que no
me quedarán
Siquiera
ganas de insultarlos;
Pero
se lo merecen,
Maldita
sea,
Se lo
merecen porque
Me han
alejado de ti
Y no
hay nada
Más
doloroso que
Saber
que estoy
Condenado
a pasar
La vida
entera
Sin
saludarte,
Sin ver
esa sonrisa
Y esa
cola de caballo,
Sin tener
la excusa perfecta
Para
escaparme del mundo
Aunque
sea tan solo
Por los
escasos instantes
En los
que nos hablamos;
No
me quites la esperanza todavía,
Sigamos
hablando
Aunque
sea en
El más
profundo de los silencios.
A
veces nos encontramos
Y eso
parece ser
Lo único
que importa;
Tu
silencio vale más
Que el
bullicio de mi alma,
Vida
mía,
No dejemos
que se apague,
Sigámonos
saludando
Cada
vez que al destino
Le venga
en gana torturarme
Con la
idea de que te veo,
De
que te saludo
De que
no te tengo.
Por:
Juan José Cadena D.