jueves, 4 de junio de 2015

Miércoles en la noche

A veces nos vemos,
Nos saludamos,
Tú sonríes con naturalidad
Y te muestras
Muy alegre de verme,
De encontrarte conmigo,
De poder hablar conmigo
Una vez más
Antes de que nos veamos
Obligados a dar
El último adiós.
Casi siempre tienes
Una cola de caballo
Y una sonrisa en el rostro,
Casi siempre me dan ganas
De ignorar al mundo entero
Para poder concentrarme,
Aunque sea por escasos
Segundos que a nadie
Parecen importarle,
En los altibajos de
Tu voz tan singular;
Tienes la voz
Un poco ronca
Y sigues sonriendo
Mientras la utilizas.
A ti tampoco te interesa
En lo más mínimo
Que ignore al mundo entero
Para dedicarte el total
De la atención,
Que te ponga el foco encima
Y ahogue a las miles
De personas que transitan,
Sin razón de ser,
En mis recuerdos,
En mis historias,
En los relatos
Que tengo pensado
Escribir una tarde
En la que llueva
Y no pueda salir a buscarte.
Hablamos de temas
Que no nos importan,
No me importa tu gato,
Ni tus calificaciones
Ni que tu animal favorito
Sea el tiburón,
¿Acaso era el tigre?,
No sé, no estoy
Del todo seguro
De que siquiera te lo haya
Preguntado;
Nuestras conversaciones
Siempre son banales
Y lejanas,
Prolongadas,
Frías,
Pausadas,
Maquinales,
Insoportables,
Tensionantes,
Silenciosas,
Muy silenciosas,
Tan silenciosas
Que a veces las palabras
Duelen,
Tan silenciosas
Que no recuerdo haber visto
El movimiento de tus labios,
Tan silenciosas
Que nos quedamos dormidos
Un par de veces entre
Cada sílaba
Y nos vemos en la penosa
Obligación de esforzarnos
Más de la cuenta
En comprender lo que
Nos decimos,
En reconstruir ideas
Que no determinan nada,
En escavar montículos
De vacío en medio de
La lluvia para justificar
El hecho de  que
No queramos irnos
Y olvidarnos para siempre.
Aunque tal vez tú,
Junto a tu cola de caballo,
Tu saludo y tu sonrisa,
Quieres olvidarme
De una vez por todas;
Una persona menos que saludar,
Una tormenta silenciosa
Menos con la que lidiar,
Un mensaje menos
Que enviar en año nuevo;
No veo por qué no,
De seguro yo hace
Muchos años
Que me hubiera
Olvidado de mí
Si no tuviera un
Espejo en la
Sala de baño,
¿Cómo crees que
Estaría en condiciones
De juzgarte si te vas
Para nunca más volver?
No, ni siquiera me tomaría
La molestia de odiarte
Un par de semanas
Si me abandonas
Con el suficiente disimulo,
Si te desvaneces
Poco a poco,
Día a día,
Frase a frase,
De una manera tan inconexa,
Tan dilatada,
Que no me dé por enterado
De que fue tú decisión;
Tan solo me levantaré
Un día de la cama
Y entenderé de una vez por todas
Que ya no estoy en condiciones
De llamarte,
De escribirte,
De pensarte más de la cuenta,
De saludarte en los pasillos;
He perdido para siempre el privilegio
De compartir mi vida contigo,
De saber de ti más de lo que
Dicen las lenguas de terceros,
De enterarme de primera mano
De que te mudas,
De que peleaste con tu mejor amiga,
De que cambiaste de número,
De que te cortaste el pelo,
De que te volviste vegetariana,
De que te graduaste,
De que te fuiste de la ciudad;
No, ya no tendré derecho a nada
Y me quedaré con un extraño
Sabor entre los labios
Porque jamás sabré,
A ciencia cierta,
El por qué te evaporaste;
Tan solo gritaré en silencio,
Con los ojos,
Con las orejas,
Con los brazos,
Con mi cabeza,
Con la respiración,
Con mi espíritu,
Con todo lo que tengo
O al menos pienso tener,
Gritaré a los cielos,
A los terremotos,
A mis antepasados,
A los dioses,
A todos les gritaré,
Les gritaré tan fuerte
Que no me quedarán
Siquiera ganas de insultarlos;
Pero se lo merecen,
Maldita sea,
Se lo merecen porque
Me han alejado de ti
Y no hay nada
Más doloroso que
Saber que estoy
Condenado a pasar
La vida entera
Sin saludarte,
Sin ver esa sonrisa
Y esa cola de caballo,
Sin tener la excusa perfecta
Para escaparme del mundo
Aunque sea tan solo
Por los escasos instantes
En los que nos hablamos;
No me quites la esperanza todavía,
Sigamos hablando
Aunque sea en
El más profundo de los silencios.

A veces nos encontramos
Y eso parece ser
Lo único que importa;
Tu silencio vale más
Que el bullicio de mi alma,
Vida mía,
No dejemos que se apague,
Sigámonos saludando
Cada vez que al destino
Le venga en gana torturarme
Con la idea de que te veo,
De que te saludo
De que no te tengo.

Por: Juan José Cadena D.