Siempre he sido un poco
complicado, desde que tengo memoria he sido una persona llena de detalles
extraños que saltan a la vista. Soy introvertido y me encanta criticar a las
personas, sentirme superior mientras sacó cada imperfección de los otros a la
vista, reírme en las narices de los otros mientras sé que no pueden decir nada
para desmentirme. Soy como una cucaracha, el otro día entre al baño y estoy
seguro que eso fue lo que vi en el espejo, una criatura andrógina llena de
llagas que expulsaban pus a presión y ensuciaban las paredes y el techo, me
metí a bañar inmediatamente y salí siendo el mismo pedazo de mierda de siempre,
ni siquiera supe como sentirme al respecto. Me gusta escuchar el sonido del
silencio cuando tengo la certeza de que no proviene de la nada, y puedo jurar
que en esos momentos ni siquiera pienso, simplemente entro en trance y me
deslizo con suavidad por las colinas heladas al medio día, es la mejor
sensación que he podido descubrir hasta el momento. No me considero una maquina
sexual, a diferencia de muchos que conozco, asumo que algún día así sea por
error terminare introduciendo mi semen en alguna vagina flácida y quedare
encartado para siempre con un hijo que seguramente me odiara, y lo peor de todo
es que me va a tocar “amarlo” porque así lo dicta el código ético moral que
rige el mundo. Por eso no me masturbo así tenga el miembro más inflado que el
margen de ganancias del Vaticano, es un error de la naturaleza que los humanos
se reproduzcan, ilógico desde cualquier punto de vista, empezando por el hecho
de traer otro pobre niño inocente a que lo devore esta sociedad de mierda.
El otro día estaba en medio
de alguna clase de poca importancia, nunca he podido tomármela en serio por
andarle viendo la cola y las tetas a la profesora, quien además de todo no
puede pronunciar bien las eses, y termina hablando como una centroamericana que
intenta imitar el acento vasco, sin éxito por supuesto. La profesora es una
monita recién graduada de alguna universidad de poca monta, no está muy segura
de cómo manejar los estudiantes y siempre trata de entendernos y escucharnos,
como si no supiera que todos los estudiantes con un poco de sentido común solo
tratan de aprovecharse de su suavidad, pobre ingenua. Normalmente en esa clase
no hago más que escribir, me siento en el último puesto junto a la ventana y me
tiro de lleno al mundo de la literatura en movimiento, siempre que acabo algún escrito
lo doblo de forma sistemática, aprendida tras muchos intentos fallidos, y lo
vuelvo un pequeño avioncito de papel, lo arrojó con todas mis fuerzas por la
ventana del tercer piso y veo como planea de forma delicada sobre la calle
antes de ser aplastado por algún carro o los pies de un transeúnte distraído.
He ahí el fin de mi arte, me niego rotundamente a prostituirla como han hecho
tantos, es solo mía, el rugido de mi alma que se transforma en frases que me
mueven, no tienen que mover a todos, solo a mí. La profesora trató de hacerse
la de carácter fuerte e interrumpió mis pensamientos diciendo “señor Morales,
¿podría repetirle a la clase lo que acabo de decir?”, la miré de reojo con el
pulso sanguíneo acelerando en mis sienes, me erguí en el asiento y clave mi
mirada en sus ojos oscuros, trastabillo dando un paso hacia atrás y vi en su
rostro la firme intención de decir algo, me le adelanté, “Me gustaría repetirlo
querida profesora, pero lo que usted dijo es una absoluta barbaridad, cuando
diga algo que al menos tenga sentido o esté comprobado, con mucho gusto lo
repetiré ante todos mis compañeros.”. Su mirada se hizo lisa mientras yo me
volteaba para lanzar un poema a las afueras del edificio en forma de avioncito
de papel, como noté el silencio absoluto en el salón decidí agregar “Y por
favor no me molesten más que yo estoy aquí tranquilo”. Desde ese día no he
vuelto a cruzar palabra con esa señora, el otro día la salude al entrar al
salón y me anotó falta por irrespetarla, me alegó que en mi saludo le había
estado mirando el busto, y no lo voy a negar, esas tetas se ven deliciosas. Ahora
solo me siento en esa clase a imaginar como la secuestro y le corto los dedos
de las manos y los pies antes de violarla y matarla con mis propias manos,
estoy seguro que nadie la extrañaría, es un ser que no marca diferencia
positiva alguna en el mundo.
Me gusta mucho manejar, pero
eso sí, manejar rápido, sintiendo como el aire entra por la ventana abierta
hasta la mitad, sacudiendo el mundo que he formado a base de acelerador. No me
importa si estoy solo o acompañado, sentado frente al volante me siento la
persona más sola del universo, siento que me convierto en una maquina con
propósito definido, un montón de conectores que hacen “click” en mi cuerpo para
llegar a algún punto de la lejanía. Luego miro de reojo a la derecha y
encuentro el cuerpo presente de la ausencia, siempre he querido que ella esté
ahí sentada a mi lado, sintiendo el viento que entra a ráfagas por la ventana
entreabierta, pero nada. No sé si sea lógico extrañar a alguien que nunca ha
estado ahí, pero así es, no encuentro otra forma de describirlo. Es su lugar y
punto, si alguien más lo ocupa es porque ella se lo ha prestado por medio de
telepatía, o el universo encontró la forma de que ella accediera sin que el
otro se diera cuenta, no lo sé y no me importa, solo estoy seguro de que es
así. Doy las curvas bien cerradas para ser empujado hacía el espacio vacío a mi
derecha, esperando que de alguna forma este desaparezca ante mi tentativa de
ocuparlo, pero solo encuentro su imagen diciéndome en voz baja “no te
preocupes, yo te lo presto, solo recuerda que cuando te lo pida debes
devolvérmelo sin vacilar”, y como el perro obediente que soy me vuelvo a
abrochar el cinturón de seguridad y llego a ciento veinte kilómetros por hora.
Siempre peleó con todos los que se me atraviesan por el simple gusto de ver su
cara llena de odio y su dedo del centro levantado, sus palabras son las mismas,
gritos soeces que se pierden en el viento que roza mis llantas, y se va diluyendo
en mis carcajadas.
Anoche no dormí nada por
andar pensando en los colores que se esconden detrás del arco iris, estoy
seguro que no es más que una burocracia que impide que los colores de clase
baja no sean exhibidos, así funciona todo en el mundo humano, la ley del más
fuerte y el más bonito, aquí siempre se sabe quién va a ganar antes de que
empiece la pelea, eso le quita gracia pero le sube intensidad a cada segundo
que se consume. Estuve meditando, inventando historias sobre el nacimiento del primer
humano, el uso de la razón como nueva divinidad, una alcanzable pero amorfa,
abstracta, totalmente impalpable. Cuando duermo siempre sueño lo mismo, estoy
perdido en una isla que parece más una prisión, ahí me encuentro con ella
desnuda pero censurada por tres hojas de mierda que me gustaría destrozar con
los dientes. Le hablo y no me entiende, me habla y no le entiendo, pero siempre
me levanto feliz porque al menos hay un espacio en el universo en el cual nos
miramos a los ojos. Es triste depender de los sueños para estar tranquilo, pero
es la única forma legal de ver otra dimensión, y no les voy a mentir, es una
dimensión mil veces mejor que la nuestra, sin muertos todos los días, masacres,
abusos de poder, ni monas estúpidas que no saben hablar, si no fuera por esas
tres hojas que la censuran sería un mundo perfecto. A veces pienso que si
el mundo de los sueño fuera perfecto no
habría razones para despertar, compraría muchísimos calmantes y me acostaría a
tomarme uno por uno, pasándolos con agua, y entrar a ese mundo poco a poco, con
mucha suavidad para no perturbar la paz. La muerte debe ser muy similar a los
sueños, solo que en vez de encontrarte como una persona o un animal en un mundo
sin sentido serías el mundo en sí, sintiendo como los ríos te atraviesan, como
las montañas se van alzando entre tus brazos que ahora son eternos. ¿Pero
entonces qué sería el sol? ¿Acaso todos somos sol?, la energía que nos deja
vivir proviene de allá arriba, y por lo tanto el sol se ha convertido en
innumerables partículas energéticas que transitan nuestro cuerpo a cada
instante, volviéndonos pequeños cuerpos celestes que deambulan en una esfera de
tiempo y espacio continuos. Por eso no duermo tan seguido, me da miedo que me
termine convenciendo de quedarme, aceptando esas tres hojas como parte de la
belleza subjetiva, así como he aceptado su tono de piel, la trenza que dibuja
la caída de su pelo y el sonido que proviene de sus cuerdas bucales como
melodía inédita para mis oídos.
Ya ni siquiera estoy seguro
de si estoy escribiendo o estoy pensando, creo que al comienzo estaba acostado
en mi cama viendo el techo, tres manchas de humedad que ahora son como mis
hijas. Pero ya no sé ni donde estoy parado, ¿Estaré parado?, solo veo muchas
imágenes que se interponen y se atacan entre ellas, alegando que ellas son la
verdad absoluta y que me dejen tranquilo. Yo solo quería sacarme a esta mujer
de mi cabeza, quería hacer catarsis y que se quedara todo lo que siento por
ella en un pedazo de papel, doblarlo con dulzura en forma de avioncito de papel
y lanzarlo en llamas a la calle. Dicen que el primer amor nunca muere del todo,
yo creo firmemente que ningún amor muere, es como la materia, solo se
transforma y tergiversa. El odio es una clase de amor, uno inentendible, una
obsesión que desgasta al más fuerte y lo deja como un saco de huesos que bombea
sangre. Yo ya ni sé si la amo o la odio, o simplemente tengo muchas ganas de
sentarme a hablar con ella, apartar el resto del mundo y sus problemas sin
solución y decirle viéndola a los ojos “hola, ¿Cómo has estado?” y que
responda, no pido nada más. Es por eso que se me ha olvidado hablar, por andar
pensando y pensando en ese momento que a este paso no va a llegar nunca.
Dicen que tengo muchos
nombres dependiendo de con quién me encuentre,
yo digo que es el mismo disfrazado con una máscara. A veces me encuentro a
personas en la calle que me saludan sin que yo los reconozca, levanto la mano y
les ofrezco una sonrisa hipócrita, es lo mínimo que puedo darles a aquellos que
recuerdan mi imagen con más claridad que yo mismo. Luego me encierro para darme
cuenta que aún no sé cómo me veo, que me estoy volviendo loco, y que tal vez
ella no me habla porque efectivamente soy una cucaracha que emana pus. Estoy
seguro que en este momento está lloviendo, que en algún lugar del globo
terrestre alguien llora porque le acaban de romper el corazón, un bebé está
saliendo del vientre de su madre, y ella está haciendo cualquier cosa menos
pensar en mí. Esa es la vida del desgraciado, planear miles de conversaciones
que jamás tendrán lugar, esperando al momento de poner la cabeza en la almohada
para verla hablar en otro dialecto. Esos ojos claros que a la distancia se ven
tan cálidos, su mirada perdida en el vacío, y otras cinco líneas que salen
volando por la ventana del tercer piso del colegio.
Ya todo está planeado, y no
hay forma alguna de que me convenzan de no hacerlo. Voy a caminar directo hacia
su cuerpo a decirle que se case conmigo, si estuviéramos en algún país del
medio oriente gastaría toda mi fortuna en comprarla y tratarla como la diosa
que es. Creo que me dirá que no, pero no se preocupen, todo está planeado y va
a salir a la perfección. En caso de que no me acepté como esposo pagará muy
caro, la secuestrare, ya hice todas las cotizaciones y condiciones con tres
miembros de las barras bravas de no recuerdo cual equipo. Cuando esté en mis
manos no haré nada, solo la observare durante horas y horas en la oscuridad,
viendo cada curva, cada pequeño lunar de su espalda y de sus piernas. Luego le
quitare esas hojas que tanto me hacen sufrir y dibujare su cuerpo poco a poco
con mi lengua, escuchando los bramidos de su garganta que se confunden entre el
placer y el llanto. No la voy a violar, no quiero correr el riesgo de dañar la
armonía de su cuerpo con un embarazo a edad prematura, solo sentiré cada
textura de su cuerpo, descubriendo cada color que se escondía detrás del arco
iris. Me pondré frente a sus ojos y le diré “hola, ¿Cómo has estado?” y
ordenaré que la liberen y la lleven a la estación de policía más cercana a que
ponga la denuncia. Cuando vengan a buscarme solo encontraran una cucaracha sin
pulso en la cama, con un plato sopero que solía estar lleno de somníferos en la
mesa de noche, y si se asoman por la ventana de mi cuarto verán todos los
avioncitos de papel que describen cada segundo que pasé viendo su cuerpo
escultural y su rostro de ángel. Pero ya no importará no encontrármela de
nuevo, pues antes de morir habré escrito
con mi sangre lo que me respondió al preguntarle “hola, ¿Cómo has estado?”,
y eso es lo que pondrán en mi tumba. “¿Cómo crees gran hijo de puta?” dirá un
pedazo de piedra que marca el sitio donde mi cadáver estará encerrado,
sonriendo porque ahora el mundo de los sueños es perfecto.
Por: Juan José Cadena D