La
ilusión de estar vivo a veces
Se reduce
a la mirada desprevenida
Lanzada
por la chica al otro lado
Del pasillo
que parece extenderse
Más allá
del mismísimo infinito,
Al
quedarse sin ganas de ser
Tú mismo
a las tres de la tarde
De un
día cualquiera porque
Aquel
lunar de tu brazo izquierdo
Hizo
que algún recuerdo
Despertara
en tu mente
Para
hablarte con la tediosa
Parsimonia
con la que hablan
Quienes
saben que no le
Aportarán
nada a tu existencia,
Al libro
que llegó a tu vida
Hace
un par de años y aún
No has
tenido la delicadeza
De leer
por miedo a que sus
Palabras
no sean más que
Manchas
en un papel ajeno,
Garabatos
que te atrapan
Con estilo
propio para luego
Burlarse
de cada uno de los
Errores
que has cometido
A lo
largo de las últimas semanas.
Cambiamos
tanto y con tanta
Agilidad
que seguimos teniendo
La buena
costumbre de sorprendernos
Cada
vez que entramos a la ducha
Para
quitarnos los rezagos de
La siempre
odiada soledad
Y sentirnos
capaces de enfrentar
Al mundo
una vez más
Llegando
a creer por escasos
Instantes
la premisa de que
Todos
somos iguales
Pero
sigue habiendo algo
Especial
en cada uno
De nosotros;
Jugamos
a ahogar nuestros
Instintos
fieles a la consigna
Impuesta
por personas tan
Confundidas
como nosotros
Mismos
y luego no entendemos
El porqué
de nuestras frustraciones,
De nuestros
fracasos,
De
nuestras pesadillas,
De las
promesas que nos
Hacemos
de vez en cuando
Mirando
el cielo en busca de
Respuestas
que vayan más
Allá
de la belleza que nos
Es ajena
durante cada
Atardecer.
Huimos
del tiempo alegando
Que no
existe mientras perdemos
Lo mejor
de nosotros mismos
En la
cotidiana lucha contra
La entropía,
Lucha
que perdemos cada noche
Al dar
vueltas en la cama y caer
En la
cuenta de que hoy tampoco
Cumplimos
nuestro destino y
Debemos
castigarnos con unas
Cuantas
horas de sueños que
Tendrán
tanta importancia
Como
las caminatas que
Diste
en la playa cuando eras
Apenas
un niño para el que
El océano
era un amigo más,
Lucha
que perdemos con cada
Uno de
los pasos que damos
De manera
incesante hacía
Nuestra
propia tumba con
La incomprendida
excusa
De que
siempre es mejor
Andar
hacia adelante,
Hacia
el futuro,
Hacia
lo desconocido,
Hacia
el paulatino fallecimiento
De todo
lo que creímos conocer
Para
poder, de una vez por
Todas,
regodearnos en
El sempiterno
silencio que
A veces
parece ser poco
Más
que una promesa
Burda
realizada por
La misma
ambigüedad
Que nos
prestó su aliento
El primero
de nuestros
Días
sin siquiera tener en
Cuenta
nuestros gritos.
La
ilusión de estar vivos a veces
Se resume
en el deseo innato
Hacia
lo desconocido,
Hacia
lo peligroso,
Hacia
lo prohibido,
Hacia
lo insensato,
Hacia
todo lo que fingimos odiar
Los
domingos mientras comentamos
El partido
de las ocho de la noche,
Hacia
la muchedumbre que se
Deshace
en nuestros paladares
Cada
vez que pasas la página
De aquel
libro que reposa sobre
Tu mesa
de noche sin razón aparente,
Cada
vez que te hiere un comentario
Y te
pones la máscara de la sonrisa,
Cada
vez que estiras la mano
Por una
cuestión de mera cortesía;
La
esencia misma de la existencia
Está
en la carta que nunca enviaste,
En el
perene silencio de los latidos
De un
corazón que a veces parece
Tener
una mínima ilusión,
En el
circo al que te llevaron cuando
Apenas
tenías cinco años de edad
Para
que le perdieras el miedo
A los
payasos que tan solo
Derrochan
alegría.
La
chica te mira desde el otro
Extremo
del pasillo y tal vez
Tengas
tiempo para devolverle
La mirada
con detalle,
Para
darle una sonrisa sincera,
Para
pensar en todas las palabras
Que jamás
le dirás porque ya
Es demasiado
tarde;
Te levantas
a sabiendas
De que
ya no queda
Magia
alguna en el mundo,
De que
se ha esfumado
El mejor
momento
De tu
minúscula
Existencia.
Por:
Juan José Cadena D.