lunes, 18 de noviembre de 2013

Una copia más, por favor


Se puede decir que todo estaba entretejido en medio de aullidos interminables de dolor. No sé, es lo que se puede concluir por lo que encontraba el mal llamado investigador. Ese término siempre da un poco más de renombre y exuberante importancia a un cargo medio burocrático sin importancia alguna para la sociedad. Todo se veía entre lagunas vespertinas arrulladas por las suaves ondas de los arreboles serpenteantes a las seis de la tarde y en el ambiente estaba ese “no importa nada” de los domingos aunque fuera otro día de la semana. El tiempo se había venido enfocando en unos datos promisorios, acicalándose y tornándose momentáneamente eterno para siempre mantener el calor del momento en su máximo esplendor.   

Una que otra cordialidad, pensamientos encontrados y la agonía  permanente de sueños un tanto utópicos. Ya venía siendo el momento propicio para una presentación o un juego mal planificado, y aún peor ejecutado, por un grupo de seres humanos que encuentran en el fondo de un trago amargo su reprimido deseo de encontrar la tan anhelada eternidad. Coexistencia. Ambiguo pensamiento del ser ambulante y demente entre los pasillos, noctámbulo, desnudo y aliviado tras un par de eternidades con dolor de espalda.

Un saludo espontaneo que se pierde entre melancólicos recuerdos inexistentes para no volver jamás. Separación total. Oscuros pensamientos que se vuelven realidades palpitantes y llegan a sorber tu sangre desde lo más alto. Te encuentras a ti mismo cabizbajo y meditabundo entre paradigmas sociales que repudias pero te cuesta demasiado evitar por razones que van más allá de tu conciencia y ambivalente sabiduría.

¿Otra cordialidad acaso? No lo creo. Dicen que sueles ser tu propia perdición. Dicen que siempre hay opciones. Dicen y dicen pero no se actúa por miedo a un público al que en verdad no le importa nada. Acción-reacción. Suspiros y malentendidos causados por un lenguaje subutilizado. Pero ya estando en el lugar propicio a la hora dada y con todos los elementos en su lugar, se debe proceder por simple matemática y probabilidad. Sumas y restas, la especialidad de la casa.

En entredicho quedó todo lo especulado hasta el momento. Imágenes ilusorias de páginas sin escribir y caminos por recorrer. Pensamientos y más pensamientos. Reflexiones, repeticiones y aportes nulos a una conversación ladeada hacía el caos absoluto por propia voluntad. A veces se encuentra todo lo que se busca sin saberlo y te quedas dándole vueltas y vueltas para ver si desaparece de una vez por todas. Sentirse aplastado por tus propias ideas, y despertar, una y otra vez, con la certeza de que no eres más que el pálido reflejo de un yo ya fallecido.

Vivir en medio de torturas que sobrepasan el entendimiento de la mayoría. Huir, caer y huir de nuevo sabiendo que no te espera más que el suelo, la sal y la eterna oscuridad. Imágenes inconexas que se entrelazan sin saberlo y sin querer que nadie lo sepa; caras opuestas que cruzan una diabólica mirada que simboliza la hecatombe máxima. ¿Premeditado?... no lo creo… no lo sé… espero que no. Solo queda la malévola esfera que sigue en movimiento. Aplastar y destrozar. Queda mucho que pensar.


Por: Juan José Cadena D.