Llegó
dejando entrever
Cierta
inseguridad en
Su
manera de andar,
“Qué
extraño”, pensé,
“Suele
caminar dando
Pasos
más largos”;
No
dije nada al respecto
Y
pedí otra cerveza
Tras
recibir un beso
En
los labios de su
Parte
junto a palabras
De
saludo que en verdad
No
teníamos ganas de
Darnos
en aquel momento;
Nada
más que cortesías.
“¿Por
qué no me llamaste
Ayer?”,
preguntó de manera
Tajante
mientras parecía
Sostener
la totalidad de
Su
atención en el movimiento
Circular
de su muñeca
Para
mezclar su café con
La
exagerada porción
De
azúcar morena que
Acababa
de introducir
En
la taza blanca decorada
Con
letras de algún alfabeto
Asiático
en alto relieve;
“No
hubo tiempo”, respondí
Antes
de darle un largo
Sorbo
a mi cerveza para
Sentir
las burbujas de la
Misma
elevarse por mi
Garganta
con suavidad
Y
no verme obligado a
Mantener
mi mente y
Mis
ojos fijos en ella;
“No
seas descarado”,
Agregó
de inmediato,
“¿Cómo
me vas a decir
Que
no has tiempo para
Realizar
una simple llamada?”;
La
miré fijamente y noté
Su
nerviosismo, sonreí
En
un vago intento de
Alongar
a su máxima
Expresión
el silencio que
De
seguro le estaba
Generando
ansiedad,
Noté
sus piernas cambiar
De
posición y sentí un
Ligero
impulso de deslizar
Mi
mano por ellas, de
Escalar
esos pequeños pelos
Que
nunca se rasuraba del
Todo
bien de nuevo hasta
Posar
mi mano en sus nalgas
Y
hacerla gritar de un apretón,
Me
reí de nuevo sin dejar de
Mirarla
al sentir el roce de
Mi
pantalón en la entrepierna,
“No
era una simple llamada”,
Dije
con la vista posada en
Sus
voluptuosos pechos,
“Y
yo nunca dije que me
Hubiese
hecho falta tiempo,
Dije
que no hubo tiempo
Porque
estoy seguro de que
No
lo ha habido y no lo hay.
¿No
te has dado cuenta
De
que no hay tiempo
Entre
nosotros?,
¿No
te has dado cuenta
De
que no hay más
Que
una carnalidad
Violenta
cada tres
O
cuatro días?,
¿No
te has dado cuenta
De
que te gané y el
Premio
no me satisfizo?,
¿De
que somos una mera
Casualidad
sin relevancia
Si
es que llegamos a ser
Algo
más allá de nosotros
Mismos
tratando de mostrar
Que
somos capaces de
Hacer
algo que valga la pena,
Alguien
que valga la pena?”,
Agregué
con tranquilidad
Antes
de tomar de un solo
Sorbo
lo que quedaba de
Cerveza
y levantarme para
Encender
un cigarrillo
En
la terraza.
Pagué
mi cuenta y me fui
Con
el cigarrillo encendido
Porque
sabía que ella
No
tenía nada qué decir
Y
no quería terminar pagando
Un
café que, a fin de cuentas,
Nadie
había disfrutado;
La
miré de reojo mientras
Dejaba
el establecimiento
Y
la noté mucho más tranquila
Que
cuando llegó, con tristeza
En
el rostro, pero andando
Con
la seguridad que la
Caracterizaba;
“Hay
gente que solo
Sirve
para estar triste”,
Pensé,
“me alegro de
Que
ya no tenga que
Fingir,
no hay nada más triste
que fingir”.
Por:
Juan José Cadena D.