miércoles, 23 de diciembre de 2015

Ese rostro

Deambular la ciudad entera,
Darse cuenta de la inutilidad
Misma de andar sin rumbo,
Desplomarse en cualquier
Banca de cualquier parque
A disparar con nuestros
Índices a los desconocidos,
Seres irrespetuosos
Tratando de ser alguien
En medio de la muchedumbre
Que osan situarse frente
A nuestros cuerpos,
A infectar el panorama,
A ser esa última cucharada
En el plato que parece
Juzgarnos desde los últimos
Respiros de su efímera
E inútil existencia.
Disparar, disparar, disparar,
Disparar desde el silencio
Con una leve sonrisa
Entre los labios,
Disparar con el brazo
Entero cuando el objetivo
Se mueve de manera ágil,
Cuando llega a soñar con
Escaparse de la masacre,
Del carnaval visceral imaginario
Más grande del que se tenga
Reporte en los periódicos.
Disparar y que el tiempo
Siga su curso sin remordimiento,
Disparar al perro café oscuro,
A la señora de falda larga,
Al niño rubio que juega
Con la rama a solo un par
De metros de la banca.
Disparar y no dejar sobrevivientes,
Levantarte en medio del silencioso
Júbilo de una victoria sin testigos,
Darte una palmada en el hombro
Mientras te alejas del campo
De batalla sonriendo de nuevo.
Ver de nuevo al niño,
Acercarse a él sin motivo aparente,
Ver la manera en que se aleja
De ti con miedo en su mirada,
Disparar de nuevo,
Dar media vuelta,
Seguir caminando.

Pasar calles conocidas,
Recordar historias,
Risas del pasado que retumban
A manera de jaqueca,
Voltear la mirada,
Escupir,
Darse cuenta de que la escupa
No es más que babas burbujeantes
Ansiosas por tener un mejor destino,
Seguir andando,
Seguir pensando en el escupitajo,
Seguir acumulando ideas irrelevantes
Con la esperanza de que el reloj
Algún día se detendrá y todos
Tendremos el tiempo suficiente
Para compartir las más absurdas
Teorías sobre el porqué de nuestro
Paso por este insípido mundo
Que parece no guardar sorpresa
Alguna más allá de las fantasías
De libertad inventadas por
Nosotros mismos
A manera de excusa para seguir
Matándonos, insultándonos,
Endeudándonos, admirándonos,
Mintiéndonos, amándonos
Y demás sinsentidos que
Hasta llegamos a creernos
Por minúsculos intervalos
De tiempo que parecen
Tener más valor que
Un par de vidas desperdiciadas
Tomando cerveza tibia
Frente a un televisor.
Pero no,
No pasa nada,
Seguimos aquí malgastando
En aras de aprovechar cada instante,
De vivir mejor,
De encontrar el confort que
Se nos escapó en una mala jugada,
De negar a capa y espada que
La vida puede resumirse en
Un par de buenas conversaciones,
Pensamientos que a nadie le interesan
Y abrir las piernas de una mujer;
Seguimos tratando de tachar
Cada uno de nuestros traumas
Con la misma pluma con la que
Los hemos alimentado a lo largo
De cada una de las noches en
Que el sueño no era más que
Una utopía con absoluta conciencia
De lo absurdo de nuestro proceder;
Seguimos recostados en la idea
De que somos bocetos,
De que no cargamos culpas,
De que somos tan valiosos
Como los grandes y los genios
Porque, a fin de cuentas,
Todos somos iguales;
Seguimos queriendo poco,
Deseando poco,
Anhelando poco,
Haciendo poco más que quejarnos,
Que revolcarnos en nuestras
Desgracias entre gritos a la espera
De que un ser alado nos rescate
Para indicarnos qué camino tomar.
Pasar calles conocidas,
Recordar momentos,
Pensar que esos momentos
Son ahora inalcanzables,
Entender que la memoria
Es el peor de los castigos
En esta celda espaciotemporal
Porque te permite tener
Y no tener al mismo tiempo,
Porque te regala espejismos,
Ecos,
Fantasmas,
Sentimientos que ya no
Te pertenecen,
Palabras que nunca se dirán
Entrelazadas con la idea
De que la capacidad
De imaginar es lo único
Que vale la pena
Y siempre se va
Demasiado pronto.

Llegar a la cama,
Intentar soñar,
Quedarse mirando el techo,
Contar hasta cien,
Quedarse quieto,
Respirar lento,
Cerrar los ojos,
Sacar ese rostro
De la mente,
Seguir respirando,
Sacarlo, sacarlo, sacarlo,
Comenzar a sentir sudor
Recorriendo la espalda,
Seguir viendo el rostro,
Escuchar las palabras
Que ya no existen,
Respirar,
Contar hasta cien,
Ver esa risa,
Cambiar de posición,
Verla,
Seguirla viendo,
Seguirla oyendo,
Seguirla sintiendo.
Abrir los ojos,
Respirar lento,
Contar hasta cien,
Cerrar los ojos,
Ver ese rostro,
Sonreír,
Disparar.


Por: Juan José Cadena D. 

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Mal humor


Creo que hoy escribo porque
Desperté con muchas dudas,
Más dudas de lo habitual,
Dudas que van más allá
Del incierto futuro que
Parece siempre estar
Dispuesto a sorprendernos
Con sus vagas inseguridades.
Hoy me desperté pensando
En una mirada con la que
No me encuentro hace
Un par de meses y sentí
Un escalofrío apoteósico
Al caer en la cuenta de que
La lógica indica que no
La veré de nuevo y que
Nuestra despedida puede
Resumirse en un “hasta luego”
Y unos cuantos besos al aire
Que salieron de mis labios
Como mero acto rutinario;
Una cortesía,
Un automatismo,
Una acción instintiva
Colada en medio de la
Racionalidad a la que
Suelo relegar este tipo
De deberes.

Salí a caminar,
Me senté en un parque,
Me levanté,
Seguí caminando,
Pasé un par de calles,
Fijé mi vista en los locales,
En las ventanas de los edificios,
En las caras de las personas
Desconocidas que deambulan
Por las mismos andenes que
Yo frecuento resolviendo asuntos
Sin importancia de sus vidas
Sin importancia cada uno
De los días de este calendario
Que, a fin de cuentas,
No tiene valor alguno.
Pisé popó de perro
Y no me importó,
Seguí andando después
De restregar el zapato
En el asfalto con algo
De asco por el pútrido olor
Colándose en mi boca
Y fosas nasales,
Seguí andando y pensando
En que tal vez sigo
Siendo el mismo de hace
Un par de meses y ese
Es el problema,
Seguí andando con
Recuerdos que casi nunca
Siento como propios
Sobre mis hombros,
Resolviendo paso a paso
Enigmas que no me
Llevan a ninguna parte,
Construyendo universos
Con base en los pequeños
Detalles que nunca se
Materializaron,
En las bifurcaciones
Que decidí pasar de largo,
En el silencio de una
Noche lejana
En la que jugamos
A ser los dioses en los
Que no creíamos
Para manejar el tiempo
A nuestro antojo
Y siempre decidir
Volver a ese lugar,
A esa temperatura,
A ese momento,
A ese reflejo parco
En la pupila ajena
Bajo la iluminación adecuada.

Recibí una llamada,
Contesté de mala gana,
Era una amiga,
Una buena amiga que tenía
Ganas de saber de mí
Después de un largo tiempo
Sin habernos contactado,
Una buena amiga con
La que no quería hablar,
Una buena amiga que de seguro
No me llamará de nuevo
Debido a que le di un mal
Trato sin motivo aparente;
“¿Cómo va tu vida?”,
“Bien”,
“¿Tu familia qué tal?”,
“Bien”,
“¿Qué tal la universidad?”,
“Bien”,
“¿Sigues escribiendo?”,
“A veces.
Cuando no soporto más el mundo.
Cuando estoy muy aburrido.
Cuando la boca me sabe a mierda
Y el sabor no se va con conversaciones
Vagas en las que no me viene en gana
Participar más de los estrictamente
Necesario.
A veces, solo a veces”,
“Comé mierda”,
“Eso hago.
Saludes a tu mamá”.
Colgó de manera instantánea
Y me dejó con ganas de hablar
Con alguien más,
Pero nadie,
No hay nadie con quien hablar,
No hay nadie con quien valga
La pena cruzar palabra,
No hay nadie que me interese
Y me refugio en la maltrecha idea
De que conformarse puede ser
Considerado un acto de valentía;
Pasan días y noches que son iguales,
Ideas que no me mueven de la cama
Transitan mi cabeza como si fuese
Una autopista sin límite de velocidad
En la que a diario mueren inocentes
Animales ante esa mirada parca que
Me juzga sin atreverse a soltar palabra,
Que se queda estática ante mi displicencia,
Ante mis falsas demostraciones de libertad;
Me miro al espejo para darme cuenta
De que lo único que no me permite
Cambiar son las irrefrenables ansias
Que siento por hacerlo,
Me afeito,
Me lavo la cara,
Me cepillo los dientes con frenesí,
Me quito la camiseta,
Hago muecas,
Me despeino,
Me convenzo de que vale la
Pena seguir con la farsa,
Me acicalo,
Salgo al mundo con una
Concepción más acertada
De lo que significa la felicidad
Para poder sentarme frente
A esta pantalla y poder
Seguir escribiendo con
La tranquilidad y firmeza
Con la que me gustaría
Ser recordado tras mi
Inevitable muerte.

Es muy tarde,
Estoy cansado de recordar,
De recordar y pensar que
Le he hecho honor a ideas
Que no me son propias,
Que me he inculcado,
Que he terminado por creer;
Estoy cansado de recordar,
De recordar que vivo
En medio de una farsa
En la que me siento
Alegre de vez en cuando,
De recordar que habito
Una cueva inhabitable
Que me sobresatura
A cada instante los
Motivos para seguir
De pie hasta la madrugada,
Una cueva que me utiliza
Un poco más de lo que
Yo la utilizo y se siente
Orgullosa por ello,
Una cueva que me deja
Rasgar y garabatear
En sus paredes a cambio
De la inerte iluminación
Que conmigo viene
Y que funciona más
Como adorno que
Como utensilio.
Es tarde,
Tengo sueño,
Ganas de olvidar,
Ganas de borrar
Estas palabras,
Ganas de gritar
En medio de la noche
Para que hasta mis
Antepasados tiemblen;
Es tarde,
Muy tarde,
Demasiado tarde,
Tengo sueño y sigo
Aquí escribiendo
Porque a veces creo
En el olvido como una
Simple manifestación
De la eternidad,
Porque siento que
Con cada tecla
Se evapora un poco más
Esa mirada parca
Que me tiene
De pésimo humor.

Por: Juan José Cadena D.

martes, 3 de noviembre de 2015

Miradas de humo y olvido

La ilusión de estar vivo a veces
Se reduce a la mirada desprevenida
Lanzada por la chica al otro lado
Del pasillo que parece extenderse
Más allá del mismísimo infinito,
Al quedarse sin ganas de ser
Tú mismo a las tres de la tarde
De un día cualquiera porque
Aquel lunar de tu brazo izquierdo
Hizo que algún recuerdo
Despertara en tu mente
Para hablarte con la tediosa
Parsimonia con la que hablan
Quienes saben que no le
Aportarán nada a tu existencia,
Al libro que llegó a tu vida
Hace un par de años y aún
No has tenido la delicadeza
De leer por miedo a que sus
Palabras no sean más que
Manchas en un papel ajeno,
Garabatos que te atrapan
Con estilo propio para luego
Burlarse de cada uno de los
Errores que has cometido
A lo largo de las últimas semanas.
Cambiamos tanto y con tanta
Agilidad que seguimos teniendo
La buena costumbre de sorprendernos
Cada vez que entramos a la ducha
Para quitarnos los rezagos de
La siempre odiada soledad
Y sentirnos capaces de enfrentar
Al mundo una vez más
Llegando a creer por escasos
Instantes la premisa de que
Todos somos iguales
Pero sigue habiendo algo
Especial en cada uno
De nosotros;
Jugamos a ahogar nuestros
Instintos fieles a la consigna
Impuesta por personas tan
Confundidas como nosotros
Mismos y luego no entendemos
El porqué de nuestras frustraciones,
De nuestros fracasos,
De nuestras pesadillas,
De las promesas que nos
Hacemos de vez en cuando
Mirando el cielo en busca de
Respuestas que vayan más
Allá de la belleza que nos
Es ajena durante cada
Atardecer.
Huimos del tiempo alegando
Que no existe mientras perdemos
Lo mejor de nosotros mismos
En la cotidiana lucha contra
La entropía,
Lucha que perdemos cada noche
Al dar vueltas en la cama y caer
En la cuenta de que hoy tampoco
Cumplimos nuestro destino y
Debemos castigarnos con unas
Cuantas horas de sueños que
Tendrán tanta importancia
Como las caminatas que
Diste en la playa cuando eras
Apenas un niño para el que
El océano era un amigo más,
Lucha que perdemos con cada
Uno de los pasos que damos
De manera incesante hacía
Nuestra propia tumba con
La incomprendida excusa
De que siempre es mejor
Andar hacia adelante,
Hacia el futuro,
Hacia lo desconocido,
Hacia el paulatino fallecimiento
De todo lo que creímos conocer
Para poder, de una vez por
Todas, regodearnos en
El sempiterno silencio que
A veces parece ser poco
Más que una promesa
Burda realizada por
La misma ambigüedad
Que nos prestó su aliento
El primero de nuestros
Días sin siquiera tener en
Cuenta nuestros gritos.
La ilusión de estar vivos a veces
Se resume en el deseo innato
Hacia lo desconocido,
Hacia lo peligroso,
Hacia lo prohibido,
Hacia lo insensato,
Hacia todo lo que fingimos odiar
Los domingos mientras comentamos
El partido de las ocho de la noche,
Hacia la muchedumbre que se
Deshace en nuestros paladares
Cada vez que pasas la página
De aquel libro que reposa sobre
Tu mesa de noche sin razón aparente,
Cada vez que te hiere un comentario
Y te pones la máscara de la sonrisa,
Cada vez que estiras la mano
Por una cuestión de mera cortesía;
La esencia misma de la existencia
Está en la carta que nunca enviaste,
En el perene silencio de los latidos
De un corazón que a veces parece
Tener una mínima ilusión,
En el circo al que te llevaron cuando
Apenas tenías cinco años de edad
Para que le perdieras el miedo
A los payasos que tan solo
Derrochan alegría.
La chica te mira desde el otro
Extremo del pasillo y tal vez
Tengas tiempo para devolverle
La mirada con detalle,
Para darle una sonrisa sincera,
Para pensar en todas las palabras
Que jamás le dirás porque ya
Es demasiado tarde;
Te levantas a sabiendas
De que ya no queda
Magia alguna en el mundo,
De que se ha esfumado
El mejor momento
De tu minúscula
Existencia.


Por: Juan José Cadena D.