martes, 14 de abril de 2015

Sin tinta

Estoy sentado frente a una hoja blanca
Esperando a que se llene de palabras
A las que no les doy mucha importancia;
Miro la hoja con ganas de que en ella,
En su inmaculada pulcritud,
Quepa el universo entero,
Las ideas que a veces pienso tener,
Los personajes que a veces veo pasar,
Los momentos que a veces se me escapan
Por andar pensando en qué escribir.
Sí que paso tiempo ante una hoja blanca,
Siento que los días transitan
Mientras yo sigo aquí sentado
Intentando convencerme de que falta poco
Para que esa idea brillante aparezca
De manera repentina frente a mis ojos;
A veces pienso que podría estar realizando
Actividades un tanto diferentes,
El tipo de actividades que te dejan algo,
Algún mínimo detalle que permita
Recordarlas la semana entrante,
Aquel detalle que parece darle alguna valía
En un mundo en el que cada vez
Parezco valer menos
Porque los segundos que contabilizo,
A causa del aburrimiento taciturno,
Se me siguen escapando
En medio de meditaciones improductivas;
Pero no hago nada más,
Sigo aquí sentado con ganas de ser viejo
Para poder ser leído con cierta seriedad,
Para tener la garantía de que escribo
Una que otra frase que vale la pena.
Me siento frente a esta hoja blanca
Solo para comprender
Que no tengo nada que decir,
Que no tengo nadie a quien decirle
Lo que considero importante en la vida,
O, bueno, que tal vez los tengo,
Pero no me viene en gana hablarles
De temas que van más allá de las noticias,
De las banalidades que parecemos
Acoger como filosofía de vida,
Del entretenimiento insensible
Al que nos sometemos para creer,
Aunque sea por escasos instantes,
Que vamos por el camino correcto,
Que aquel error no es irremediable,
Que alguien, en algún momento,
Nos ha dicho la verdad
Y no nos hemos dado cuenta;
Me  siento aquí para recordar,
Para revivir,
Para cambiar,
Para reinventar,
Para mejorar,
Para desintoxicar,
Para realzar,
Para alejarme de todo y renacer,
Para mentir sin remordimiento,
Para seguir despierto,
Para poder dormir en paz.
Me siento aquí y no hago nada,
Estoy frente a una hoja tan vacía
Como mi propia mente,
Acariciando ideas que no son mías,
Recontando historias que no me tocó vivir,
Hablando de personas que no conozco
Por la simple imposibilidad que aquello implica;
Me siento aquí y no soy nadie,
Un trago de saliva,
Un error ortográfico,
Un pisapapeles;
Sostengo un lapicero sin tinta
Que parece burlarse de mí
Mientras sigo pensando en que soy joven,
En que todavía puedo soñar
Con cambiar al mundo
Desde esta silla
Que me causa dolor de espalda.
Lo bueno es que las posibilidades
Siguen siendo infinitas
Antes de trazar la primera letra;
Siempre me ha gustado sentirme
Parte del universo,
Diminuto e innecesario, tal vez,
Pero parte de aquel universo
En el que no parezco poder escribir nada.

Por: Juan José Cadena D.