martes, 25 de noviembre de 2014

Extraña situación

Una vaga ondulación que me despierta,
El casi imperceptible sonido de un aleteo vago
Que juega a desnudarse frente a mis ojos cerrados,
El incoloro palpitar de un par de frases en el aire
Que quieren perderse en un vacío impávido
Mientras estiro los músculos de mi cuello
E intento olvidarme por un segundo del sol.
Estoy respirando con el sombrero puesto
Porque nunca quiero quedarme quieto
En medio del alienado vaivén de los murmullos,
Porque me duelen instantes repentinos
En los que no estuve presente,
Porque me pesan los días ajenos,
Los sueños que nunca me atreví a tener.

Caminando entre paisajes que me son ajenos
Encuentro la quietud entre livianos suspiros,
Un aura purpurea que ni se mueve ni trasciende
Me mira con letargo máximo e intenta hablar.
No escucho,
Me desvanezco,
Me dejo llevar de nuevo,
Me alejo para no volver.
Parece que el miedo se quedó sin alma
Y que el suelo vuelve a estremecerse,
Parece que llueven horas parcas
Entremezcladas con remordimientos torpes,
Parece que nacer no fue tan importante,
Que la vehemencia se tomó las calles,
Que es imposible distinguirnos.

Entonces no queda más que sentarme aquí,
A la espera de un chispazo de consciencia
Con la cabeza llena de pequeños momentos,
Hundido en un olvido imaginario que asfixia
Los últimos signos de existencia natural.
A veces creo estar seguro de un detalle:
A todos se nos acaban los dragones.

Por: Juan José Cadena D. 

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Rumores de acercamiento

Anoche tuve sueños  muy extraños. Estaba recostado en mi cama recibiendo la visita de fantasmas que se me hacen conocidos, entendiendo una que otra palabra en medio de sus lóbregos aullidos y descifrando mensajes inexistentes que estallaban en mi mente. La habitación estaba teñida con un aura púrpura mientras compartía una taza de café demasiado azucarada con los personajes que habitan en mi mente. Sí, es cierto que los personajes son solo visibles para mí, pero eso no les quita realidad: los siento, los escucho, los comprendo, los ayudo si lo necesitan; sé que suena un tanto extraño, pero todos lo hacemos de cuando en cuando, tal vez todos los días si nuestros sueños no se han desdibujado con el andar de noches insignificantes, todos andamos capturando personajes para nuestro entretenimiento personal, para llenar los vacíos que las áridas manos de la soledad esparcen por las paredes de nuestras respiraciones vagas e insonoras. Hoy estoy tan lleno de personajes, que puedo llegar a enumerártelos aunque admito que no tengo tiempo para hacerlo porque la charla está muy interesante;y eso es, quizás, lo más curioso de estas aventuras, el hecho de que ocurran en algún lugar de la irrealidad y se sitúen en un tiempo que parece derretirse entre los invisibles pies de los protagonistas. ¿Hasta dónde entendemos que llega lo que existe? Para mí, la realidad se traza con el pasar de incontables incongruencias que se anulan entre sí, entre infinidad de falsedades que seponen de acuerdo para mirarte a los ojos y lanzarte una sonrisa suspicaz, adentro de la maleta que está en el fondo del armario escondiendo segundos que se yuxtaponen y empañan con el correr de un pestañeo; para mí, todo es tan verdadero como se quiera porque no hay jueces de por medio. En todo caso, enfoquémonos en anoche, anoche cuando se me aparecieron todas las versiones de una misma persona, un ser por cada ocasión en la que nos habíamos encontrado y otros tantos de ocasiones que no fueron vividas más allá de mi mente; es extraño darte siempre cuenta de nuevos detalles, explorar el descubrimiento del otro, rebuscar la manera de entendernos mutuamente en un mundo que parece obligarnos a cambiar cada que suenan las campanas a lo lejos, y eso que ya las campanas suenan menos, o suenan más mientras les hago menos caso, no estoy del todo seguro; parece ser que solo jugamos a conocernos mientras exaltamos con vehemencia máxima nuestra imaginación, que nos coleccionamos y utilizamos como marionetas comunales a las que no les importa salir corriendo porque no encuentran motivos para hacerlo. La pasión nos mueve, la pasión nos mata, ¿qué sería del ser humano sin pasiones?, ¿Cómo podríamos sentirnos vivos sin siquiera sentir?, ¿En dónde se esconde la esencia de lo malvado, de lo que somos?; no importa lo que piense, o al menos no importa tanto como pensamos, o la manera en que lo hacemos, o con quienes discutimos temas tan irrelevantes como la economía y la política; tal vez encontrar la felicidad no es más que hablar con la persona correcta en el momento equivocado por el tiempo exacto, tal vez esa conversación no tiene que pasar en realidad para que sonrías, para sentirla; Por aquí deambulaban leones la semana pasada y ahora solo encuentro reencuentros inoportunos con las ruedas malgastadas de un camión que pasará al olvido y un perro con gran grima que deambula por las calles. Anoche las calles no eran calles, no llevaban a ningún lugar diferente, no llevaban a ningún lugar; eran banas conexiones entre simulaciones de credibilidad máxima, eran puentes inservibles hacia planetas lejanos, hacia ambientes tropicales que prometían mucho más de lo que son pero siguen siendo interesantes por un breve respiro. Y los instantes se me venían abajo uno a uno, acompañados por la melodiosa voz de otro personaje que me indica el camino exacto hacía un mejor futuro, que entiende por perfección transitar la misma ruta dos veces sin mayores contratiempos y termina estancado en algún punto medio del que nadie tenía idea; no hago caso por terquedad, porque los pasos en la oscuridad parecen ser más importantes y ya se me está acabando la noche que me dieron para ser libre. Por eso me escapé de entre mis sábanas y me dediqué a hurgar en tus ideas, a revolcarme entre tus dientes y gritarte en el oído una canción que a nadie le gusta; por eso veo el piso como un medio más que como una plataforma; por eso hago un allanamiento silencioso de matices que se quedaron en el aire. Anoche tuve sueños extraños, pero ya estoy despierto; anoche viví, pero ya estoy despierto; anoche no existe.

Por:Juan José Cadena D.