lunes, 29 de abril de 2013

De Ninguna Parte



A veces me hallo ante la intempestiva imagen de un par de desconocidos que usan mi nombre. Otras veces me quedo paralizado ante la tentativa aparición de un espíritu milenario. No sé, creo que muchas veces solo soy creencias y sueños ajenos, un paradigma que se puede expresar en un algoritmo un tanto complicado. Pero tampoco estoy seguro de no ser esa moneda que cae lentamente dando vueltas mientras un espejismo ruidoso se regocija y emociona. Soy hierro, carbón y cal. Soy la misma esencia con la que nací y con la que de seguro moriré. Soy la búsqueda implacable de un futuro que se asoma temeroso en la ventana del quinto piso.

Ayer soñé, pero digo que no soñé nada para no mentirme. Ayer fui fuego que se extingue con una mirada diabólica. Ayer no fui yo porque no sé si existo. Ayer no fui yo, de eso estoy seguro. Hace una semana me derrumbo en pensamientos un tanto oscuros, pero ¿de qué vale matarse por un par de segundos? No lo sé, hace tiempo que no sé nada más de lo estrictamente necesario.

Hoy soy tiempo que se expande en busca de la eternidad, un aliento helado que suspira entre garras salvajes de libertad. Hoy soy carne palpitante en busca del destino. Soy retador, mariachi y asesinato. Hoy lluevo porque no sé ni donde estoy parado. Y como si fuera poco, soy un trago amargo de alguna medicina natural. Ya no soy lo que quiero ser porque hace tiempo que esto no es un juego, ya no sé nada de lo que creía saber a consecuencia de mis sueños frustrados. Todo se va volando mientras yo me quedo postrado bocarriba chorreando babas, y trato de correr pero mis piernas no aguantan.

Me acabo de dar cuenta que no hay mañana, pues me lo contaron un par de criaturas voladoras. Yo quería ser un poco más de lo que doy, superarme y romper barreras imaginarias. Yo también tengo imaginario egocéntrico colectivo, me gustan los elementos sencillos de la muerte. Pero ya no importa tampoco, mejor hago culto al silencio que habita en mí.

Por: Juan José Cadena D.

domingo, 28 de abril de 2013

Sentido Común


Un extraño dibujo de indiferente colorido
Me sonríe en la lejanía, se ríe y me rio,
Parece que nos riéramos juntos sin percatarnos
De la extraña importancia de los detalles.
La poca credibilidad se derrite a cantaros
Mientras la imagen se pierde en lagunas espumosas,
Y el resto del universo sigue con sus reglas.
Esporádico, difuso y lejano.
Todo se vuelve de cristal helado,
Y aunque la garganta está rasgada, lucho por gritar,
Por ser escuchado por un individuo de la muchedumbre,
Pero que no sea cualquiera, solo pido que no sea cualquiera.


Luego vendrán las noches heladas y el hambre,
Por ahora me ocupo de los golpes certeros,
De las mil y una razones para soñar.
Uno tras otro caemos al abismo sin salida,
Y en verdad no entiendo por qué hablo en plural,
Tan solo soy la calamidad más grande,
El trueno más estruendoso y molesto,
El malestar general de una frágil realidad.


Ya el mundo está reducido a breves destellos,
Todo  tiene de cierta forma su propio veneno,
Y en medio de tantas cavilaciones mentirosas
La explosión se sitúa como una bella posibilidad.
Entre bulla, pensamientos y conversaciones obscenas
Todo  tambalea y se disfraza de forma pasajera,
La inmundicia hace parte del alma,
Mientras  el alma hace parte del olvido,
Y si es que el olvido es posible,
No tengo intenciones de pedir nada más.


Pero ya es muy tarde,
Siempre ha sido extremadamente tarde,
 Y mientras las gotas difuminan los sentidos,
El dedo dibuja ingenuamente la imaginación,
Que todo aquí ya está perdido,
Es mejor decir adiós.

Por: Juan José Cadena D.



miércoles, 17 de abril de 2013

Sin Comentarios


Todo se veía trastornado,alborotado, como un grupo de millones de pájaros que pasan de una alineación perfecta a una agrupación caótica de incoherencia. Es extraño darse cuenta que todo tiende a cambiar por el simple hecho de que la vida existe, darse cuenta de que hay un  motor dentro de casi todo lo que miramos que nos obliga a contar los segundos que nos quedan mirando el cielo,los arbustos, las historias y los cuentos. Nada parece tener sentido hasta que ese sinfín de colores extrañamente intensos se los da, esa masa moribunda que amenaza con morir o matarte, que vive saltando de un lado a otro en medio de incoherencias y grupos asfixiantes de adrenalina. Cuando la lucha comienza solo te queda tomar una partida que resulta siempre siendo la perdedora porque a fin de cuentas nada es perfecto. Así es como me hallo innumerables veces dando brincos por las manecillas del reloj, cambiando el paisaje y la perspectiva,cambiando de ideología y trasladando el todo de aquí para allá; pero nada, es imposible quedarse sin ese toque imperceptible de eternidad, sin esa pisca de continuidad, sin prestarle atención a ese proceso del que no tienes el mínimo control. Ya estaba lloviendo mientras sentado me daba cuenta que mis manos están llenas de agujeros, que mis pies se arrastran sin mi consentimiento y que el tope de las ideas se burla, que todo es irregular y paradójico, que ya no sé a ciencia cierta  de que manera definirme, si es que la palabra definición guarda algún sentido en el fondo de su esencia. Y de repente me encuentro con mi reflejo dando volteretas de un lado a otro, acróbata más por necesidad que por convicción, un mal intento de engañarme un poco más y esperar con ansiedad creciente que la respuesta proveniente de esa interrogante sea algo positiva. Ya no, ya nada, ya estoy lleno de malas intenciones que se tergiversan acariciando la línea que divide el bien del mal sin tomar un rumbo fijo; pero no soy yo el culpable de esa cadena de bizarros acontecimientos que parecen pasar inadvertidos en medio dela muchedumbre, es más bien un vigilante acto de presencia por parte de seres sobrenaturales que poseen cada molécula de mi cuerpo. Todo se ve un poco iluminado por un breve momento y vislumbro ese camino onírico que serpentea a lo largo y ancho del pasillo rectilíneo de mi permanencia en este mundo terrenal. Una sonrisa, todo se ve bien, muy bien, impensablemente bien. Pero no, ¿Cómo pude llegar a caer en el precipicio una vez más?, estoy cansado de darme lecciones claras, de enseñarme el 1, 2, 3, y parece que todo fuera un yoyo que se aleja solo para volver con un poco más de experiencia en sus entrañas. Maldigo el contradictorio azar que pone frente a mí la felicidad y luego juega con un leve movimiento de cerradura a dejar caer hasta el más minúsculo detalle de su perfección radiante y espontanea. Y claro, no podía ser de otra forma, toda esa red cálida que se dibujaba resulta siendo un engaño más y otra carcajada. Termina siendo la mayor muestra de la esclavitud que presento ante un grupo inimaginable de obsesiones, de perdiciones y de sueños inconclusos. Cuando ya no quedan ni cenizas no me queda más que soñar despierto de nuevo, encerrado en la tensión inicial de lo que jamás debió haber ocurrido. Soledad, gritos, locura.

Por: Juan José Cadena D.