En lo más profundo de mis
sueños un suave canto me despierta, empiezo a escalar la montaña que parece
estar dividida por piezas. Es mas alta que cualquiera, difícil de escalar, ya
me duelen mucho los dedos pero sé que no voy a parar. Llego a la cima sin darme
cuenta y empiezo a caminar, hay un sendero de ladrillos que me propongo seguir
hasta el final, fue una decisión propia pues no hay lugar en mi cabeza para el
juego o el azar. Tras unos cuantos tropiezos a lo lejos diviso el mar, la brisa
marina me rodea y siento que puedo volar, doy un salto, bastante grande en
verdad, pero regreso al suelo e indignado vuelvo a caminar. Alcanzo la playa
que antecede la marea, tan solo hay una canoa con un remo y una cuerda, me quedo
mirándola mucho tiempo, no se cuanto en realidad, pero me canse de esa charla
pues ella nunca quiso hablar, tal vez por miedo a lo que le decía o tal vez
porque en el fondo desde hace tiempo me conocía ya. Dejo de pensarlo un minuto
y empiezo a remar, ya no se ve tierra a ningún lado y mis brazos van a
explotar, pero un mensajero en las nubes me dijo que no podía parar. La noche
me tomo por sorpresa, pero no deje de remar, vi muchas luces que me distarían
pero nunca me lograron desviar. No se si fueron segundos, días, meses o
semanas, solo se que en aquel pedazo de madera el tiempo no importaba, el sol
nunca salió pero la noche se fue, y mis ojos aunque abiertos estaban tan solo
vacio lograban ver, mientras mis oídos ya estaban tapados de tanto movimiento
tener. Después del sufrimiento no tengo porque temer, cuando me doy cuenta de esto
una isla extraña a lo lejos se digna en aparecer, llego hasta la playa que
resulta ser un desierto, libero mis tres compañeros pues ya no los necesito
para esto. Me acuesto un tiempo en la arena tan solo para respirar, sentir como
la vida retoma su estación principal, estoy cansado como nunca, pero me levanto
para continuar. Después de dar vueltas por el desierto una princesa me saluda,
es blanca como pocas y elegante como
ninguna, trato primero de ignorarla pero su mirada me captura, como si me
obligara a hablarle con rabia y ternura:
-buenos días noble guerrero,
¿en que te puedo ayudar?
-No me ayudes en nada que no
te necesito, si hasta aquí he llegado solo puedo seguir solo mi camino.
-¿Por qué no dejas de
mentirte? ¿Acaso no vez que cargas con todos los que amas?
-¿Y a ti quien te ha dicho
que yo se amar? ¿Sabes mi nombre al menos, o solo sabes juzgar?
-deja de mentirte, tan solo
he visto tus ojos brillar, no se ni tu nombre ni tu historia, además no me
interesa en este momento escuchar, y sin embargo se en que piensas antes de
dormir cada vez que te vas a acostar.
No pude decirle nada mas
pues no estaba equivocada, seguí caminando después de despedirme con un gesto
de mi mano angustiada. Llegue a un bosque donde en verdad no había nada, y sin
embargo todo respiraba de forma precipitada, las nubes corrían a miles de
kilómetros por hora mientras el camino de ladrillos cada vez mas se ensanchaba.
Estoy caminando por viejos caminos mientras cruzo nuevas fronteras, se de
memoria cada capitulo de este libro pero no se lo que me espera, lanzo una
moneda al aire para tomar una decisión, escojo la derecha pues el sello ganó.
Ahora miro los pájaro que cantan con suavidad, y tan solo me pregunto una cosa
¿estoy todavía soñando o el canto inicial me logro despertar?
Por: Juan José Cadena D.