Hace
un par de días
Que
el problema se ha vuelto incontrolable,
Entendiendo,
de antemano,
Que
no todos lo clasificarían como “problema”
Y
que es tan solo incontrolable
Porque
me ataca siempre
En
los lugares menos indicados;
No
aparece en mi mente cuando estoy acostado
En
mi cuarto, viendo el techo
Ni
cuando leo alguna novela sobrevalorada,
En
esos momentos parece que el universo
Se
pone de acuerdo para quedarse quieto,
En
un silencio imperturbable por la humanidad,
Para
sumirse en un vacío
Que
no se ha decidido,
Por
razones comprensibles,
Si
existe o es simple fantasía;
No,
el problema ataca cuando camino,
En
medio de una conversación con alguien más,
Mientras
miro a los ojos a esa chica e intento,
Con
el nerviosismo entre mis venas,
Que
se vea a través de mis ojos
Para
ver si logro que entienda,
De
una vez por todas,
Que
existe más allá de su presencia;
Que
no es tan importante, es cierto,
Pero
que ninguno de nosotros,
Seres
mortales,
Lo
es,
Que
no hay motivos para andar sollozando.
De
modo que imaginarán
Lo
absurdo de la situación en que,
Por
una serie de elecciones,
De
palabras precisas a destiempo
E
ideas que fui construyendo sobre la marcha,
Me
encuentro;
No
funciona lo que ocurre afuera de mi casa
Y
estoy seguro de que es mi culpa.
Deambulo
las calles y encuentro nubes amorfas,
Luego
siento en mi rostro la brisa del norte,
Saludo
a una señora con un bebé
Seguro
de que se trata de una pequeña
Por
el color de la sábana que la cubre,
Vuelvo
a sentarme en aquel parque
Para
poder encender un cigarrillo,
Jugar
con las figuras que salen de mi boca,
Dibujarlas
con una pisca de humanidad,
Tal
vez darles un nombre;
El
mundo se vuelve la punta del cigarrillo,
Y
solo entonces me doy cuenta
De
que cabe en mi mano derecha,
De
que puedo llevarlo a donde quiera
Para
que me encamine por sus rutas
Con
sabor a tabaco milenario.
¿Por
qué no funciona nada?
¿Por
qué me pierdo en ideas irrelevantes?
¿A
dónde dejé la coherencia
Que
siempre me caracterizó
Entre
seres para nada especiales
Que
intento, sin resultado alguno,
Recordar?
Solo
encuentro vagos destellos de un pasado
Que
me dice al oído quién soy,
Me
río y apago el cigarrillo a la mitad,
Lo
tiro en un basurero,
Me
río de nuevo,
“Soy
el amo del mundo”, pienso.
Pero
no, el mundo me resulta demasiado,
A
veces yo mismo me resulto demasiado,
A
veces un día me parece demasiado
E
intento huir de él sumido en el vaivén
Generado
por terceros mientras hablan;
Y
yo, en silencio, recuerdo una vez más.
Me
desahogo con palabras que nadie entiende,
Todos
se miran entre sí y se ríen un poco,
Yo
sonrío también, no pueden entender,
Luego
me siento y escribo esto,
Algunos
lo miran y piensan un poco,
Yo
también pienso, no pueden entender,
Tal
vez escuchando una canción
Sienta
una llama en la boca de mi estómago,
Algunos
también la sentirán y se quedarán callados,
Yo
tampoco diré nada, no puedo entender;
Ese
resulta siendo el mejor retrato
De
lo que creamos cuando somos más de uno,
Una
serie de discrepancias camufladas,
Un
hombre que no conocemos
Mojándose
en la lluvia,
De
seguro tiene hambre.
Cuando
abro los ojos, algunas veces,
Me
encuentro en una habitación oscura,
En
cada oreja se para una cara de la moneda
Que
no ha querido dejar de caer,
La
moneda que sigue dando vueltas,
Ya
ha de estar acostumbrada a volar,
A
sentirse superior a nosotros,
Más
poderosa que su lanzador.
“Hola”,
dicen al unísono;
Yo
callo, no tengo nada que decirles;
“¿Cuál
es el problema?”, susurra una;
“¿No
es lo que querías?”, cuestiona la otra;
“No”,
respondo, no las miro;
La
moneda sigue dando vueltas,
Me
recuerda la manera en que rodeo el parque,
Recuerdo
el cigarrillo,
Soy
el amo del mundo una vez más,
Tengo
control absoluto sobre la moneda.
“Mírame”,
dicen, yo me río;
La
moneda cae y abro los ojos,
Las
figuras del humo siguen siendo,
En
gran medida,
Antropomórficas.
Espero
que nadie sepa
Que
el problema se ha ido para siempre,
Qué
aburrido sería todo;
Habría
que crearse uno nuevo,
Uno
que siempre me ilumine
Cuando
estoy desprevenido.
Pero
nadie entiende,
Eso
es bueno,
Un
trabajo menos,
Tal
vez un cigarrillo
Para
matar el tiempo.
Por:
Juan José Cadena D.
No hay comentarios:
Publicar un comentario