miércoles, 14 de enero de 2015

La semana pasada fue extraña

Hace un par de días
Que el problema se ha vuelto incontrolable,
Entendiendo, de antemano,
Que no todos lo clasificarían como “problema”
Y que es tan solo incontrolable
Porque me ataca siempre
En los lugares menos indicados;
No aparece en mi mente cuando estoy acostado
En mi cuarto, viendo el techo
Ni cuando leo alguna novela sobrevalorada,
En esos momentos parece que el universo
Se pone de acuerdo para quedarse quieto,
En un silencio imperturbable por la humanidad,
Para sumirse en un vacío
Que no se ha decidido,
Por razones comprensibles,
Si existe o es simple fantasía;
No, el problema ataca cuando camino,
En medio de una conversación con alguien más,
Mientras miro a los ojos a esa chica e intento,
Con el nerviosismo entre mis venas,
Que se vea a través de mis ojos
Para ver si logro que entienda,
De una vez por todas,
Que existe más allá de su presencia;
Que no es tan importante, es cierto,
Pero que ninguno de nosotros,
Seres mortales,
Lo es,
Que no hay motivos para andar sollozando.  

De modo que imaginarán
Lo absurdo de la situación en que,
Por una serie de elecciones,
De palabras precisas a destiempo
E ideas que fui construyendo sobre la marcha,
Me encuentro;
No funciona lo que ocurre afuera de mi casa
Y estoy seguro de que es mi culpa.
Deambulo las calles y encuentro nubes amorfas,
Luego siento en mi rostro la brisa del norte,
Saludo a una señora con un bebé
Seguro de que se trata de una pequeña
Por el color de la sábana que la cubre,
Vuelvo a sentarme en aquel parque
Para poder encender un cigarrillo,
Jugar con las figuras que salen de mi boca,
Dibujarlas con una pisca de humanidad,
Tal vez darles un nombre;
El mundo se vuelve la punta del cigarrillo,
Y solo entonces me doy cuenta
De que cabe en mi mano derecha,
De que puedo llevarlo a donde quiera
Para que me encamine por sus rutas
Con sabor a tabaco milenario.
¿Por qué no funciona nada?
¿Por qué me pierdo en ideas irrelevantes?
¿A dónde dejé la coherencia
Que siempre me caracterizó
Entre seres para nada especiales
Que intento, sin resultado alguno,
Recordar?
Solo encuentro vagos destellos de un pasado
Que me dice al oído quién soy,
Me río y apago el cigarrillo a la mitad,
Lo tiro en un basurero,
Me río de nuevo,
“Soy el amo del mundo”, pienso.

Pero no, el mundo me resulta demasiado,
A veces yo mismo me resulto demasiado,
A veces un día me parece demasiado
E intento huir de él sumido en el vaivén
Generado por terceros mientras hablan;
Y yo, en silencio, recuerdo una vez más.
Me desahogo con palabras que nadie entiende,
Todos se miran entre sí y se ríen un poco,
Yo sonrío también, no pueden entender,
Luego me siento y escribo esto,
Algunos lo miran y piensan un poco,
Yo también pienso, no pueden entender,
Tal vez escuchando una canción
Sienta una llama en la boca de mi estómago,
Algunos también la sentirán y se quedarán callados,
Yo tampoco diré nada, no puedo entender;
Ese resulta siendo el mejor retrato
De lo que creamos cuando somos más de uno,
Una serie de discrepancias camufladas,
Un hombre que no conocemos
Mojándose en la lluvia,
De seguro tiene hambre.

Cuando abro los ojos, algunas veces,
Me encuentro en una habitación oscura,
En cada oreja se para una cara de la moneda
Que no ha querido dejar de caer,
La moneda que sigue dando vueltas,
Ya ha de estar acostumbrada a volar,
A sentirse superior a nosotros,
Más poderosa que su lanzador.
“Hola”, dicen al unísono;
Yo callo, no tengo nada que decirles;
“¿Cuál es el problema?”, susurra una;
“¿No es lo que querías?”, cuestiona la otra;
“No”, respondo, no las miro;
La moneda sigue dando vueltas,
Me recuerda la manera en que rodeo el parque,
Recuerdo el cigarrillo,
Soy el amo del mundo una vez más,
Tengo control absoluto sobre la moneda.
“Mírame”, dicen, yo me río;
La moneda cae y abro los ojos,
Las figuras del humo siguen siendo,
En gran medida,
Antropomórficas.


Espero que nadie sepa
Que el problema se ha ido para siempre,
Qué aburrido sería todo;
Habría que crearse uno nuevo,
Uno que siempre me ilumine
Cuando estoy desprevenido.
Pero nadie entiende,
Eso es bueno,
Un trabajo menos,
Tal vez un cigarrillo
Para matar el tiempo.


Por: Juan José Cadena D.

No hay comentarios:

Publicar un comentario