domingo, 20 de octubre de 2013

Entre otras tantas cosas


Por supuesto que en medio de tantas carcajadas asimétricas nadie puede sentirse del todo tranquilo. Pero no se puede hacer nada para evitar los malabares engañosos tras tres o cuatro corrientes eléctricas espaciadas tan solo por un par de quejas y suspiros malolientes. Es cierto que las mentiras suelen algo subjetivo, pero el hecho de mentirme suele acarrear consigo, de forma incierta y ambivalente, una serie sucesiva de alambres de púas oxidados. A veces llega el momento de aceptar las repercusiones siniestras de un pasado que parecía rectilíneo y terminó siendo una esfera giratoria que va arrollando a su paso hasta la más mínima esperanza de un mañana. Palabras incoherentes. Lluvia ácida de pensamientos impuros sin importar la moral a la que se atenga tu alma suplicante.

El preferir estar andando entre sombras ambulantes me ha dado ciertos privilegios un tanto oscuros, si se quiere, pero también me ha mantenido soldado a la muchedumbre putrefacta que tanto suelo despreciar. Que fui y volví en un parpadeo tan sintético como ficticio tan solo para perderme en un camino inexistente en tiempo y espacio. Que sí, que aquí estoy rompiéndome los sesos con unas garras invisibles pero existentes dentro de mí. Que existo desde el sentido más controversial de la palabra. Que soy,  desde una perspectiva lejana y taciturna, un grupo de imposibilidades que toman rumbo hacia la utopía con plena conciencia de su misma imposibilidad; un testigo omnisciente de la ridiculez misma de los pasos al vacío y los asesinatos milimétricamente planeados de cada supuesto obstáculo en una carretera submarina. Por eso hay pocas colijas tras un par de muertes mal habidas, invisibles y poco relevantes. Por eso y mucho más el sol sigue escondiéndose noche tras noche en medio de absurdas figuras celestiales. Por eso hay murmullos en lo más profundo de un océano habitado tan solo por razonamientos y sujeto a cambios impuestos por sí mismo pero igualmente sorpresivos.

Es inverosímil desenvolverse entre tantas ocasiones fantasmagóricas e ilusorias, y de seguro llevo tiempo perdido, dando vueltas sobre un eje fijo una y otra vez. Sin embargo, se hace evidente en medio de alaridos infernales, la poca ilusión que me hace llegar a un punto fijo en el plano cartesiano de mi supuesta existencia. Supongo que hay movimientos incomprensibles a través de los cuales hay un transporte firme y fluido de una sensación satisfactoria. Tal vez he ahí el entendimiento inoportuno. Tal vez no ha pasado nada en realidad. Tal vez somos materia inerte que aliviana su eternidad con imaginación violentamente entretenida.  

En todo caso, siempre es mejor darle un poco más de tiempo al reloj, segundos a las torres de babel que nos separan en cuestiones de espacio, lenguaje y entendimiento de tanta sabiduría y estupidez que se amontona sobre nuestros hombros. Es mejor tener la vista fija en ese cuerpo de luz que se revuelca entre las calles mientras se debate entre la perfección y la realidad, tener ese llamado lejano y ambivalente que nos invita a nuevas dimensiones porque en este plano existencial no puede ser. Un poco de paciencia junto a un buen trago de incomprensión y muerte. Olvido. Realidad. Vida.


Por: Juan José Cadena D.