jueves, 7 de enero de 2016

Una carta perfumada

Ella dijo que también me quería
Una noche que la llevé a su casa,
Dijo que no podíamos estar juntos
Porque pronto se iría y no quería
Irse extrañándome más de la cuenta,
Pero que me quería tanto como
Yo la quería a ella y ese era
El detalle más importante.
Se despidió como si nada,
Conduje hasta mi casa
A toda velocidad mientras
Le gritaba a todo pulmón
A los transeúntes que
Estaban en mi camino,
Llegué a mi habitación,
Cerré la puerta con seguro,
Saqué mi libreta y escribí
Con la mano temblorosa
Hasta quedarme dormido;
Me desperté temprano,
Salí a trotar,
Vomité en una esquina,
Seguí trotando hasta
No poder más,
Me senté en una banca
Con el corazón acelerado
A ver pasar personas,
A ver sus perros,
A ver pasar el tiempo
Que parecía arder
En mi agitado pecho.
Regresé a mi casa,
Comí algo de cereal,
Me bañé sin dejar
De pensar en ella,
Me sequé,
Me acosté en la cama,
Encendí un cigarrillo
Y desnudo me dispuse a leer
Lo que había escrito hace
Tan solo un par de horas;
Basura,
Nada más que basura irracional,
Metáforas demasiado obvias,
Ideas repetitivas e inconexas,
Pésima caligrafía potenciada
Por un par de lágrimas
De las que ahora me
Sentía avergonzado,
Nada concreto,
Nada conmovedor,
Nada que pudiese llegar
A ser universal,
Nada que pudiese llegar
A interesar a alguien
Más allá de mí mismo.
Arranqué las páginas
Una por una
Y las quemé de igual manera
En el patio con la
Certeza de que podía
Hacerlo mucho mejor;
Nunca me tomé el tiempo
De escribir sobre el tema
De nuevo porque hubiese
Sido un tanto deshonesto,
Pero claro que lo puedo
Hacer mucho mejor,
Puedo hacer algo
Que valga la pena.

“No es culpa de nadie”,
Me repetí incontables veces
Mientras intentaba olvidarla
Y transcurrían los meses
Con cada uno de sus
Interminables días,
“No es culpa de nadie,
Maldita sea,
Fue tan solo una
Mala jugada del reloj,
Un guiño del destino
Que a veces nos demuestra
Su inútil existencia,
Una mala mano,
Falta de sincronización”,
Y en verdad que no había
A quién culpar ni razón
Alguna para buscar culpables,
Pero los días pasaban
Y las ya añejas fotografías
Parecían seguir teniendo
La única llave para entrar
Al utópico paraíso de
Aquel ser que ahora habitaba
Al otro lado del planeta,
Haciendo de la imaginación
La única herramienta capaz
De llevarme hasta esos
Labios que por poco,
Por muy poco,
Fueron míos.

Me envió una carta perfumada
Escrita sin planificación alguna
Y de seguro pensó que con
Aquello bastaba para mantener
Atadas nuestras almas hasta
Su ya próximo regreso,
Pero ya el tiempo había pasado
Y no le di mayor importancia
Más allá del egoísmo,
Pues me di cuenta de inmediato
De que mis ocho páginas
Escritas con pésima caligrafía
En aquella frenética noche
Eran muy superiores
A esas veinte líneas
Firmadas con un beso
Creo que no quería verla,
Pero me llenaba de emoción
El que ella me viera y se
Diese cuenta de que había
Sobrevivido a su rechazo,
De que era fuerte,
Más fuerte que el amor
Que aceptamos sentir
Por el otro aquella noche,
Más fuerte que una bofetada
A los ideales que tenía,
Más fuerte que su perfume,
Que la imagen de su cuerpo,
Que las palabras que había
Dejado caer de manera
Despreocupada sobre aquel
Papel que había volado
Por encima del atlántico.

Ella habla con mucha elocuencia
Y parece tener siempre la razón,
Creo que por eso me gusta tanto
Hablar con ella e invitarla
A que bailemos juntos;
Ayer hablamos mucho
Y nos dimos un beso
Para despedirnos,
Un beso con sabor a nostalgia
Que no significa nada,
Que no creará recuerdo alguno
Y se habrá desvanecido
En un par de semanas;
Ella ya no existe,
Es cierto,
Pero aún creo que puedo
Escribir algo mejor
Y eso es lo que
En verdad importa,
Supongo.


Por: Juan José Cadena D. 

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