Llegar
sin ser invitada
Para
desaparecer justo
En
el momento en el que
Comienzo
a darme cuenta
De
que quiero que te quedes
A
mi lado una ínfima eternidad,
Un
par de noches en las que
Dormir
no sea más que
Una
palabra incomprensible
Y
el cielo se vista de gala
Con
la certeza absoluta
De
que será ignorado,
De
que todos sus destellos,
Sus
nubes y sus tempestades
Pasarán
desapercibidos
Por
este par de mentes
Entregadas
a los juegos
Carnales
entre los que
Se
esconde la miel
De
los últimos rastros
Del
paraíso.
Esa
parece ser la descripción
Exacta
del papel que ocupas
Entre
los vaivenes de mi vida,
Pues
tienes la innata capacidad
De
aparecer justo antes de
Ser
olvidada del todo,
De
irte justo antes de
Que
me acostumbre
A
tenerte cerca,
Antes
de poder afirmar
Que
has sido mía,
Que
has sido de alguien
Diferente
a ti misma,
A
tus cambios repentinos
De
actitud los jueves
En
la tarde,
A
tus anécdotas mal
Relatadas
acompañadas
De
una taza de café
Y
a tus incontenibles ganas
De
sobresalir entre personas
A
las que pareces admirar
Más
de la cuenta realizando
Acciones
impulsivas
De
las que te arrepientes
En
silencio cuando la
Adrenalina
se ha ido
De
tu cuerpo sudoroso
Y
no eres más que un
Saco
de pensamientos
Malolientes
envueltos
Entre
músculos y huesos
Que
no sientes como propios.
¿Por
qué te bajaste anoche
De
esa camioneta verde
Justo
en aquel momento?,
¿Por
qué me reconociste
Y
te acercaste con tanta
Naturalidad
haciendo
Que
nuestras historias
Coincidieran
una vez más?,
¿Por
qué te empeñas
En
seguir siendo
La
quimera fastidiosa
Que
susurra remordimientos
A
mi oído tres o cuatro
Veces
por semana?;
Hace
tiempo que te despediste
Y
tu partida sigue siendo
Una
utopía incomprensible,
Hace
tiempo que te abrí la puerta,
Que
te pasé las dos maletas
Harapientas
llenas de los recuerdos
Que
nos prometimos tener juntos
Pero
no tuvimos,
Hace
tiempo que tu voz no es más
Que
el eco del timbre del teléfono
Y
hemos tenido tantas conversaciones
En
mi mente que no creo tener nada
Nuevo
que decirte ahora que te
Tengo
frente a frente y posas con
Fortaleza
tus fríos labios en mi mejilla.
“Tiempo
sin verte”;
“¿Cómo
has estado?”;
“¿Qué
andas haciendo?”;
“¿Hace
cuánto volviste a la ciudad?”;
Banalidad,
banalidad, banalidad,
Banalidad
que parece retratar
El
desconocimiento que tenemos
Sobre
la esencia misma del otro,
Banalidad
que hace las veces
De
prueba reina para demostrar
Que
lo nuestro nunca fue más
Que
un “nos veríamos bien juntos”
Avalado
por personas que nunca
Debieron
tener cabida en la ecuación.
Una
excusa simplona
Acompañada
de una
Fugaz
despedida
Con
sabor a olvido
Fue
lo último que recibí
De
tu parte antes de
Que
aquella camioneta
Te
llevase de nuevo
Al
terreno de tu vida
En
el que ni siquiera
Llego
al rango honorario
De
espectador activo;
Catorce
minutos
De
una charla
Que
se puede resumir
En
veinte palabras
Fueron
suficientes para
Hacerme
olvidar
Incontables
horas
De
olvido que he
Invertido
solo en ti,
Para
hacerme volver
A
comenzar el
Sempiterno
proceso
Que
significa llevarme
Al
punto en que
Escuchar
tu nombre
O
siquiera alguna
De
tus muletillas
Al
hablar no me
Haga
ilusionarme,
Aunque
sea de
Manera
vaga,
Con
que podemos
Estar
juntos.
Y
es que has sido,
Con
tu manera única
De
incendiarme el alma,
La
cuota inicial
Para
mis más
Grandes
desventuras
Sin
siquiera llegar a
Tener
participación directa
Para
no involucrarte
Más
de la cuenta
En
cuestiones que
No
te duelen y que
No
te incumben,
Pero
aún estoy
Convencido
de que
Nos
veríamos bien juntos
Y
una parte de mi ser,
De
seguro la más irracional,
Se
aferra a la esperanza
De
que ese detalle
Sea
más que suficiente
Para
que alguna noche,
Aunque
sea por equivocación,
Juguemos
a ser uno
Y
pueda sonreír
Con
la vista fija
En
tus esquivos ojos.
Por:
Juan José Cadena D.
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