sábado, 9 de enero de 2016

Más que suficiente

Llegar sin ser invitada
Para desaparecer justo
En el momento en el que
Comienzo a darme cuenta
De que quiero que te quedes
A mi lado una ínfima eternidad,
Un par de noches en las que
Dormir no sea más que
Una palabra incomprensible
Y el cielo se vista de gala
Con la certeza absoluta
De que será ignorado,
De que todos sus destellos,
Sus nubes y sus tempestades
Pasarán desapercibidos
Por este par de mentes
Entregadas a los juegos
Carnales entre los que
Se esconde la miel
De los últimos rastros
Del paraíso.
Esa parece ser la descripción
Exacta del papel que ocupas
Entre los vaivenes de mi vida,
Pues tienes la innata capacidad
De aparecer justo antes de
Ser olvidada del todo,
De irte justo antes de
Que me acostumbre
A tenerte cerca,
Antes de poder afirmar
Que has sido mía,
Que has sido de alguien
Diferente a ti misma,
A tus cambios repentinos
De actitud los jueves
En la tarde,
A tus anécdotas mal
Relatadas acompañadas
De una taza de café
Y a tus incontenibles ganas
De sobresalir entre personas
A las que pareces admirar
Más de la cuenta realizando
Acciones impulsivas
De las que te arrepientes
En silencio cuando la
Adrenalina se ha ido
De tu cuerpo sudoroso
Y no eres más que un
Saco de pensamientos
Malolientes envueltos
Entre músculos y huesos
Que no sientes como propios.

¿Por qué te bajaste anoche
De esa camioneta verde
Justo en aquel momento?,
¿Por qué me reconociste
Y te acercaste con tanta
Naturalidad haciendo
Que nuestras historias
Coincidieran una vez más?,
¿Por qué te empeñas
En seguir siendo
La quimera fastidiosa
Que susurra remordimientos
A mi oído tres o cuatro
Veces por semana?;
Hace tiempo que te despediste
Y tu partida sigue siendo
Una utopía incomprensible,
Hace tiempo que te abrí la puerta,
Que te pasé las dos maletas
Harapientas llenas de los recuerdos
Que nos prometimos tener juntos
Pero no tuvimos,
Hace tiempo que tu voz no es más
Que el eco del timbre del teléfono
Y hemos tenido tantas conversaciones
En mi mente que no creo tener nada
Nuevo que decirte ahora que te
Tengo frente a frente y posas con
Fortaleza tus fríos labios en mi mejilla.
“Tiempo sin verte”;
“¿Cómo has estado?”;
“¿Qué andas haciendo?”;
“¿Hace cuánto volviste a la ciudad?”;
Banalidad, banalidad, banalidad,
Banalidad que parece retratar
El desconocimiento que tenemos
Sobre la esencia misma del otro,
Banalidad que hace las veces
De prueba reina para demostrar
Que lo nuestro nunca fue más
Que un “nos veríamos bien juntos”
Avalado por personas que nunca
Debieron tener cabida en la ecuación.

Una excusa simplona
Acompañada de una
Fugaz despedida
Con sabor a olvido
Fue lo último que recibí
De tu parte antes de
Que aquella camioneta
Te llevase de nuevo
Al terreno de tu vida
En el que ni siquiera
Llego al rango honorario
De espectador activo;
Catorce minutos
De una charla
Que se puede resumir
En veinte palabras
Fueron suficientes para
Hacerme olvidar
Incontables horas
De olvido que he
Invertido solo en ti,
Para hacerme volver
A comenzar el
Sempiterno proceso
Que significa llevarme
Al punto en que
Escuchar tu nombre
O siquiera alguna
De tus muletillas
Al hablar no me
Haga ilusionarme,
Aunque sea de
Manera vaga,
Con que podemos
Estar juntos.
Y es que has sido,
Con tu manera única
De incendiarme el alma,
La cuota inicial
Para mis más
Grandes desventuras
Sin siquiera llegar a
Tener participación directa
Para no involucrarte
Más de la cuenta
En cuestiones que
No te duelen y que
No te incumben,
Pero aún estoy
Convencido de que
Nos veríamos bien juntos
Y una parte de mi ser,
De seguro la más irracional,
Se aferra a la esperanza
De que ese detalle
Sea más que suficiente
Para que alguna noche,
Aunque sea por equivocación,
Juguemos a ser uno
Y pueda sonreír
Con la vista fija
En tus esquivos ojos.


Por: Juan José Cadena D. 

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