Encontrándose todos en un
sistema tan extraño decidieron pararse de la mesa. Vieron a su alrededor las
diferentes siluetas que se encarnaban con las sombras pálidas del aire, y no
pudieron resistir la tentación de observar los movimientos del pequeño bote pesquero
navegando en el rio Cauca, estaba situado sobre la mesa triangular, a la vista
de todo aquel que lo quisiera leer con sus oídos, todo aquel que se entregara
al universo difuminado del arte clandestino.
Todos eran uno, lo eran en
cada sentido, pensaban lo mismo en el mismo instante como si un rayo disparara
las ideas en sus mentes, se fijaban en los mismos detalles irrelevantes de cada
objeto, sonido o recuerdo, y sin decir una sola palabra se entendían a la
perfección, un alma en varios cuerpos repartida.
Salieron del ambiente tan
pesado del hogar para pasear sus pensamientos. Iban sin rumbo fijo pero sabían
lo que querían. Se regocijaron bajo las gotas coloridas que cantaban en la
calle, vieron las ranas saltar como ángeles de charco en charco, y por un
momento comprendieron lo que querían en verdad.
Una conexión se presentó con su interior y exterior, alma, cuerpo y
naturaleza se unieron bajo el poder de la conciencia, y aun bajo los húmedos
pensamientos materiales encontraron la verdad.
Fue un viaje sin tiempo ni
espacio, volaron colectivamente hacia las nubes que lloraban por la incomprensión
y se separaron para buscar lo que no tiene respuesta. Las llamas del aire se
iluminaron al encontrarse cada quien con sus burlones antepasados mal informados de la situación
actual, cayeron del cielo las cenizas ya gastadas de la pobre humanidad que no
tiene elección. Y el caballero principal se despidió de sus compañeros al
encontrar en la nada lo que no encontró en la realidad, pues una esfera
multicolor lo lleno de aire para elevarlo hasta la próxima estación vital, le
otorgo alas doradas para su movilidad y lo hizo jurar en vano que jamás se
sentiría igual. No se supo nada mas del joven caballero pues se rastro ahora
solo se hallaba en lo más profundo de las almas, rompió la cadena física que a
sus compañeros lo ataba.
De nuevo en el globo
terráqueo todos cayeron en la mas profunda depresión, el tiempo se volvió un
monologo interminable de torturas y tristezas, cada movimiento era una daga y
cada resplandor se mancho de sangre y avaricia. Se volvieron uno con el mal,
encontraron todos los monstruos de la humanidad en su interior y huyeron hasta
del más mínimo lujo del poder por miedo a la felicidad. Pero ya siendo tan
tarde no había porque correr, así que los jóvenes ensimismados se sentaron bajo
el techo de zinc de una esquina a ver las ráfagas translucidas de colores.
Sintieron el orgullo de ser humanos y la tristeza de ser lo mismo, un vacio se
apodero de sus cuerpos y sucumbieron al dolor.
No dejaron de gritar hasta
darse cuenta que estaban en los rieles del tren. Se encaminaron por el camino
metálico sintiendo la nieve de las historias, viendo millones de instantes en
cada época. Se movieron por el tiempo a placer, se perdieron y encontraron
incontables veces. Y ya ancianos se encontraron riendo del pasado y viendo sin
razón de causa todo lo que paso. ¿Qué
importan los recuerdos frustrados? El dolor fue aceptado cuando se agotaba de
sus almas la última carcajada.
Por: Juan José Cadena
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