Ayer
sentí miedo,
Un
miedo apenas
Comparable
con
El
frío que sentía
En
las palmas
De
mis manos
Cuando
siendo
Niño
había dicho
Una
mentira que
Sabía
de antemano
Estaba
condenada
A
ser descubierta,
Un
miedo que se
Retorcía
por mi
Columna
vertebral
Como
intentando
Llegar
hasta
Mi
oído izquierdo
Para
susurrarme
La
razón de
Su
aparentemente
Inútil
existencia;
Llovía,
El
café estaba
Demasiado
caliente,
La
silla era
Bastante
incómoda,
La
respiración
Se
me quedaba
A
media garganta
Mientras
sonreía
Ante
la idea de
Revivir
aquellos
Días
en los que
Aún
no era nadie
Y
soñaba con
Ser
hasta el detalle
Más
absurdo
De
la realidad,
Sonreía
mientras
Sentía
mis dientes
Castañeando,
Mientras
mantenía
Mi
vista fija en aquella
Pareja
que peleaba
Al
otro lado del pasillo,
Él
se notaba
Más
molesto
Que
ella,
Mucho
más
Molesto
que ella,
Gesticulaba
más
De
la cuenta
Con
sus brazos
Y
su respiración
Era
bastante irregular,
Pero
no pasaba
Gran
cosa,
Alegaban,
Alegaban,
Alegaban
Sin
más,
Como
si encontraran
Un
goce apenas
Perceptible
en alguna
Parte
de sus entrañas
Al
ver cada una de
Las
reacciones
Del
otro ante las
Diversas
maniobras
Semióticas
y literarias
Que
salen a relucir
Del
fuego mismo
De
la ira
Propia
y ajena,
Titiriteros
tensando
Las
cuerdas en busca
De
algún reconocimiento
Que
les permita sentir
Por
escasos instantes
Que
naciste con algún
Propósito
que va
Más
allá de ti mismo,
¿Cómo
voy a hacer
Algo
importante si
Ni
siquiera estoy
Seguro
de mi
Propia
existencia?,
La
pareja sigue
Dándole
vueltas
Al
asunto mientras
Yo
sigo dándole
Vueltas
a mi café
Preguntándome
si
El
goce que siento
Por
el vacío en mis
Entrañas
tiene punto
De
comparación con
Aquella
pareja que,
A
la hora de la verdad,
Me
tiene sin cuidado;
El
ambiente ya está
Cargado
del particular
Aroma
a lluvia de tarde,
Las
personas van
De
un lado a otro
Con
sus vestimentas
Y
cabelleras humedecidas,
Se
peinan
De
manera compulsiva
Sin
darse cuenta de
La
igualdad de condiciones
Ni
del bajísimo nivel
De
luminosidad del
Espacio
que ahora
Nos
toca compartir
Porque
todos nos
Creemos
con derecho
A
estar bajo un techo
Si
así nos viene en gana,
Autoreconocimiento
De
nuevo,
Supongo,
Todo
parece ser
Autoreconocimiento
Estos
días y por eso
Hemos
adoptado
La
asquerosa costumbre
De
creernos interesantes
Aunque
es apenas
Evidente
que no lo somos,
Ni
siquiera un poco,
Ni
siquiera lo más mínimo,
Ni
siquiera lo suficiente para
No
aburrirnos cuando
Nos
quedamos dando
Vueltas
en la cama por
No
poder conciliar
El
sueño que suele
Hacer
las veces
De
pausa activa
Del
constante ritmo
Al
que ya,
También,
Nos
hemos acostumbrado;
El
café se acaba,
Me
levanto y lo tiro
En
la basura,
Vuelvo
a sentarme
Y
la silla parece aún
Más
incómoda de
Lo
que era antes,
Un
amigo pasa,
Me
saluda,
Se
sienta a mi lado,
Charlamos,
Me
pregunta por
Detalles
de mi vida
Que
ni siquiera para
Mí
tienen mayor
Relevancia,
Le
respondo,
Le
lanzo un par
De
preguntas
De
vuelta,
Sonríe,
Responde,
Hago
un chiste,
Nos
reímos,
Se
levanta,
Me
dice que tiene
Algo
de afán,
Entiendo,
Nos
despedimos
De
abrazo,
Me
siento de nuevo,
Extraño
mi café,
Sigo
teniendo miedo,
Aunque
ahora es
Un
miedo mucho
Más
calmo y sosegado,
Como
si se hubiese
Esparcido
por la
Totalidad
de mi cuerpo
Y
ya no tuviese ganas
De
decirme nada
Porque
entendió que,
De
igual manera,
No
estoy dispuesto
A
escucharlo,
O
al menos
A
prestarle atención
Porque
ya se
Me
fue la sensación
De
nostalgia y
De
nuevo el miedo
Es
tan solo
Algo
molesto,
Algo
incómodo,
Algo
innecesario,
Algo
de lo que no
Tengo
intenciones
De
escapar,
Pero
con lo que tampoco
Estoy
dispuesto a tener
Una
conversación
Más
allá de lo
Estrictamente
Necesario;
Ya
se irá,
Supongo,
Lo
que nos importa
Nunca
parece
Quedarse
Más
de la cuenta,
Ni
siquiera lo
Que
nos importa
Y
no nos gusta,
Por
eso siempre
Dicen
que hay
Que
algo sacarle
A
todo lo que nos
Mueve,
Pero
yo nunca
He
sido bueno
Sacando
Nada,
Mucho
menos
Cuando
cierro
Los
ojos y no
Encuentro
Aspecto
alguno
Que
merezca
Recordación;
Tal
vez la silla,
Supongo,
Sí
que era
Incómoda.
Por:
Juan José Cadena D.
No hay comentarios:
Publicar un comentario