domingo, 28 de diciembre de 2014

A veces pienso en ella



Llegué en una carrera inexistente
Solo para darme cuenta de que estaba solo
Y de que el sudor había sido malgastado
Por culpa de pensamientos que no vale la pena evocar.
Había muchas personas que no me miraban
Entonces yo fingía no mirarlas
Aunque en secreto intentaba entender qué hacían
Por qué hablaban sobre política,
Por qué se emocionaban contando anécdotas,
Por qué criticaban la película;
Y en todos observaba ese hastío por la vida
Que solo es perceptible en los silencios.

Ella me saludó y yo le devolví el saludo
Traía una vestimenta que no era del todo adecuada,
Pues su cuello se veía demasiado largo
Y sus hombros demasiado delgados.
No me gusta cuando se viste de verde,
Sus ojos no combinan con el verde
Y menos si es uno tono tan opaco
Y no ha querido ponerse maquillaje;
Por eso al saludarla sentí el frío de la muerte
Que se posó en  mi mejilla izquierda,
Ojos ovalados,
Ojos  serenos que parecen de cristal
Escondiendo su alma,
Dejándola como cualquier mortal,
Arrebatándole su chispa de eternidad.

Caminamos sin destino fijo unos minutos,
Me atrevo a decir que hasta caminamos en círculos
Porque andábamos sin que nada cambiara
Más allá de nosotros mismos.
Ella no hablaba de política
Ni se emocionaba cuando relataba alguna anécdota
Ni criticaba la película;
De hecho, hablaba muy poco,
Comentaba sobre temas que no me interesan
Y siempre encontraba la manera de conectar
Cualquier objeto del presente con su infancia;
Su voz se atenuaba un poco
Cada vez que hablaba de su infancia.
Yo sonreía cuando sentía su emoción en el aire,
Ella lo notaba y hacía un gesto con su boca,
Yo aprovechaba ese gesto para observarla
Y me costaba mucho trabajo dejar de hacerlo;
“No la mires tanto, idiota” decía una voz profunda,
“Las mujeres odian que las miren tanto,
Temen que encuentres todas sus imperfecciones,
No quieren perder el tácito tacto divino que poseen,
Que su melodía se interrumpa ante un espectador importante,
Porque ya eres importante aunque lo sepas,
Por algo está hablando contigo”;
Me volteo con cierto disimulo,
Entiendo que tiene la razón,
Tiene sentido.

De igual manera, la miro sin que ella se percate,
Jugamos a que nuestros ojos no se encuentren
Aunque soy el único que juega
Y el único que tiene algo que perder.
Yo le hablo de lo poco que conozco del mundo
Y a ella parece agradarle,
Se ríe cuando siente que debe hacerlo
Incluso cuando no siente ganas,
Cuando ningún mecanismo se ha activado;
A mí no me importa lo que está pensando,
En este momento solo quiero verla:
Tiene una pequeña cicatriz abajo del hombro derecho,
Dos lunares casi ocultos por los pliegues de su blusa,
Zapatos oscuros,
Uñas púrpuras,
La nariz un poco torcida.
Yo guío su mirada mostrándole otras personas,
Haciendo comentarios sobre ciertos edificios,
Ella me hace caso y puedo oler su cabello,
El olor es como su color y forma,
No tiene nada de especial.

Nos despedimos tras haber comido algo,
Ella me hace sentir la muerte de nuevo
Mientras yo  intento hacerla sentir algo,
No importa mucho el qué,
Tan solo quiero que me sienta,
Que entienda que bajo mi carne
Hay un alma que revolotea en silencio.
Quedamos de vernos en un futuro
Mientras nos dirigíamos una sonrisa;
Creo que fue una sonrisa honesta,
Una de esas sonrisas que te mueven.
Se fue con calma, con la vista baja,
Con su brazalete dorado y su collar,
Yo me quedé sabiendo que nunca sería igual,
Que la perfección se había esfumado
Y no quedaban más que calles entre nosotros.
Llegué a mi casa a sabiendas de que no quería llamarla,
Me quedé pensando en otros asuntos,
Tal vez en política,
Tal vez en anécdotas que me emocionen,
Tal vez en que la película no es tan buena;
De seguro me harían falta sus ojos ovalados,
Todos necesitamos un trago deletéreo de vez en cuando.
A veces pienso en ella.

Por: Juan José Cadena D.

No hay comentarios:

Publicar un comentario