“Dale
la carta”,
Pienso,
“Llámala
y
Entrégasela
En
la mano.
Tienes
su número,
Conoces
su horario,
No
hay problema
Para
contactarla.
Llamarla,
Invitarla
a tomar
Una
cerveza,
Hablar
con ella,
Sonreír,
Sostenerle
la mirada,
Darle
el regalo
Que
compraste
En
el viaje para
Que
comprenda
Cuánto
piensas
En
ella aunque
Esté
lejos y no
Sepas
nada de
Quién
es más allá
De
su afición al
Fútbol,
su extraña
Amistad
con tu
Exnovia,
que tiene
Un
hermanastro
Miedoso
a quien
Quiere
más de la
Cuenta
y que le gusta
Comer
brownie con
Helado
los martes
En
la tarde con
Su
mejor amiga
Para
hablar de
Todas
las peripecias
De
un par de vidas
Que
a nadie más
Le
importan en lo
Más
mínimo,
Para
relatarse
Las
microaventuras
Cotidianas
que
Transitan
por su
Existencia
sin mayor
Impacto
que una
Mueca
de asco,
Una
tenue carcajada
Disimulada
entre
La
fría vainilla
Derritiéndose
en
Medio
de un par
De
bocas que parecen
Hacer
poco más
Que
darle vueltas
Y
vueltas a un asunto
Irrelevante,
previsible
Y
de seguro vivido
Con
igual o mayor
Intensidad
por un
Número
incontable
De
personas que
De
seguro jamás
Llegarán
a cruzarse.
Mierda,
Llámala
ya,
Llámala
ya que
Nada
pierdes,
Llámala
ya que
Sabes
que no te
Dirá
que no
Aunque
no te conozca,
Aunque
no sepa
Cuál
es tu color favorito,
Aunque
no sepa que
Estás
escribiendo un
Libro
sobre un viaje
Que
aún no has tenido,
Aunque
no tenga idea
De
qué canciones
Escuchas
para mantener
Tu
atención en el teclado
Y
las ideas fluyendo,
Aunque
no sepa nada,
Nada
sobre tu presente,
Nada
sobre tu pasado,
Nada
sobre tus procesos,
Tus
ansiedades y tus miedos,
Los
miedos que ocultas
Debajo
de la cama
Con
la utópica esperanza
De
que la oscuridad y
El
silencio los espanten
Y
nunca vuelvan.
Llámala,
Llámala
que ella también
Sabe
que los detalles
No
son más que
El
camino directo
Hacia
el desencanto,
Hacia
la realidad,
Hacia
el tedio que nos
Obliga
a repetir la misma
Historia
de la que siempre
Decimos
estar hartos
Los
domingos en la tarde
Con
medio cigarrillo
Entre
los dedos,
Recuerdos
demasiado
Dulces
frescos en la
Memoria
y una extraña
Obsesión
por un par
De
minutos que parecen
Anular
días enteros
De
material banal para
Dejarte
sin aliento.
Llámala
porque está
Pensando
en ti y lo
Sabes
perfectamente,
Llámala
antes de que
Termine
de leer la
Única
novela que has
Sido
capaz de publicar
Y
pases a ser otro
Simple
recuerdo
En
un alma gitana
Que
cambia de ideales
Con
la misma facilidad
Con
la que sale a bailar
Los
viernes en la noche,
A
ser un recuerdo dulce
Con
un lugar especial
En
aquella historia que
Se
escribe con mano
Propia
entre manchas
De
vino tinto y coletillas
De
cigarrillo barato,
Pero
un recuerdo
Al
fin y al cabo,
Nada
más que un
Recuerdo
de tres actos
En
los que jamás se
Concretó
siquiera
El
escueto borrador
De
una historia
Interesante,
Inicio
precipitado,
Tímido
nudo y
Desenlace
ambivalente,
Certeza
absoluta
De
que ni siquiera los
Diálogos
llegaron a
Generar
un interés
Más
allá del impacto
Por
el título de
La
obra que es,
Sin
lugar a dudas,
Fenomenal.
Llámala
ya mismo
Y
dile que todo
Está
planeado,
Que
solo tiene que
Aportar
su presencia
Y
sus ganas de charlar
Un
poco, de tomar
Un
par de cervezas
Y
de seguro toparse
Con
un par de carcajadas
Que
construirán con
Sutileza
el camino
Hacia
el momento
Exacto
en que,
Justo
antes de despedirse,
Le
puedas entregar
El
sobre mientras
Le
susurras al oído
Las
instrucciones
Exactas:
Abrir
a media noche,
Luces
apagadas
Exceptuando
la lámpara
Que
ilumina el papel,
Poner
la canción
Indicada
a manera
De
fondo,
Leer
en voz alta
Sin
detenerse
La
primera vez
Y
de inmediato leerla
De
nuevo sin pronunciar
Palabra
o exclamación
Alguna
y tomándose
Las
pausas que considere
Necesarias
para una
Perfecta
comprensión.
Llámala,
Llámala
ahora mismo
Y
vagarás por la
Mismísima
eternidad
Entre
sus pensamientos”.
Por:
Juan José Cadena D.
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