martes, 16 de febrero de 2016

Perfecta comprensión

“Dale la carta”,
Pienso,
“Llámala y
Entrégasela
En la mano.
Tienes su número,
Conoces su horario,
No hay problema
Para contactarla.
Llamarla,
Invitarla a tomar
Una cerveza,
Hablar con ella,
Sonreír,
Sostenerle la mirada,
Darle el regalo
Que compraste
En el viaje para
Que comprenda
Cuánto piensas
En ella aunque
Esté lejos y no
Sepas nada de
Quién es más allá
De su afición al
Fútbol, su extraña
Amistad con tu
Exnovia, que tiene
Un hermanastro
Miedoso a quien
Quiere más de la
Cuenta y que le gusta
Comer brownie con
Helado los martes
En la tarde con
Su mejor amiga
Para hablar de
Todas las peripecias
De un par de vidas
Que a nadie más
Le importan en lo
Más mínimo,
Para relatarse
Las microaventuras
Cotidianas que
Transitan por su
Existencia sin mayor
Impacto que una
Mueca de asco,
Una tenue carcajada
Disimulada entre
La fría vainilla
Derritiéndose en
Medio de un par
De bocas que parecen
Hacer poco más
Que darle vueltas
Y vueltas a un asunto
Irrelevante, previsible
Y de seguro vivido
Con igual o mayor
Intensidad por un
Número incontable
De personas que
De seguro jamás
Llegarán a cruzarse.
Mierda,
Llámala ya,
Llámala ya que
Nada pierdes,
Llámala ya que
Sabes que no te
Dirá que no
Aunque no te conozca,
Aunque no sepa
Cuál es tu color favorito,
Aunque no sepa que
Estás escribiendo un
Libro sobre un viaje
Que aún no has tenido,
Aunque no tenga idea
De qué canciones
Escuchas para mantener
Tu atención en el teclado
Y las ideas fluyendo,
Aunque no sepa nada,
Nada sobre tu presente,
Nada sobre tu pasado,
Nada sobre tus procesos,
Tus ansiedades y tus miedos,
Los miedos que ocultas
Debajo de la cama
Con la utópica esperanza
De que la oscuridad y
El silencio los espanten
Y nunca vuelvan.
Llámala,
Llámala que ella también
Sabe que los detalles
No son más que
El camino directo
Hacia el desencanto,
Hacia la realidad,
Hacia el tedio que nos
Obliga a repetir la misma
Historia de la que siempre
Decimos estar hartos
Los domingos en la tarde
Con medio cigarrillo
Entre los dedos,
Recuerdos demasiado
Dulces frescos en la
Memoria y una extraña
Obsesión por un par
De minutos que parecen
Anular días enteros
De material banal para
Dejarte sin aliento.
Llámala porque está
Pensando en ti y lo
Sabes perfectamente,
Llámala antes de que
Termine de leer la
Única novela que has
Sido capaz de publicar
Y pases a ser otro
Simple recuerdo
En un alma gitana
Que cambia de ideales
Con la misma facilidad
Con la que sale a bailar
Los viernes en la noche,
A ser un recuerdo dulce
Con un lugar especial
En aquella historia que
Se escribe con mano
Propia entre manchas
De vino tinto y coletillas
De cigarrillo barato,
Pero un recuerdo
Al fin y al cabo,
Nada más que un
Recuerdo de tres actos
En los que jamás se
Concretó siquiera
El escueto borrador
De una historia
Interesante,
Inicio precipitado,
Tímido nudo y
Desenlace ambivalente,
Certeza absoluta
De que ni siquiera los
Diálogos llegaron a
Generar un interés
Más allá del impacto
Por el título de
La obra que es,
Sin lugar a dudas,
Fenomenal.
Llámala ya mismo
Y dile que todo
Está planeado,
Que solo tiene que
Aportar su presencia
Y sus ganas de charlar
Un poco, de tomar
Un par de cervezas
Y de seguro toparse
Con un par de carcajadas
Que construirán con
Sutileza el camino
Hacia el momento
Exacto en que,
Justo antes de despedirse,
Le puedas entregar
El sobre mientras
Le susurras al oído
Las instrucciones
Exactas:
Abrir a media noche,
Luces apagadas
Exceptuando la lámpara
Que ilumina el papel,
Poner la canción
Indicada a manera
De fondo,
Leer en voz alta
Sin detenerse
La primera vez
Y de inmediato leerla
De nuevo sin pronunciar
Palabra o exclamación
Alguna y tomándose
Las pausas que considere
Necesarias para una
Perfecta comprensión.
Llámala,
Llámala ahora mismo
Y vagarás por la
Mismísima eternidad
Entre sus pensamientos”.


Por: Juan José Cadena D. 

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