No
estaba del todo solo,
De hecho
íbamos conversando,
Soltando
un par de carcajadas bulliciosas
En medio
de pasillos silenciosos
Para
sentirnos poderosos,
Más vivos
que la noche
Que parecía
mirarnos con disimulo
Antes
de abalanzarse sobre nosotros,
Envolviéndonos
en sus falsas promesas
De soledad
indiferente.
El
reloj acababa de marcar las cinco
Cuando
tocaron la puerta,
Un toque
fuerte,
Rítmico,
Característico
de alguien alegre,
Un toque
lleno de confianza,
De la
sangre que acelera
En medio
de las venas
Al no
tener idea de quién se trata;
“Ha
de ser alguien sin importancia”, pensé,
“Las
personas importantes llegan temprano”;
Seguí
deambulando
En busca
del caminar del reloj
Mientras
pensaba lo cómicos
Que resultamos
a veces:
Nos pasamos
la vida entera
En busca
de experiencias y aventuras,
Incluso
llegamos a comprarlas
Si podemos,
Pero
no queremos sorpresas
Porque
logramos convencernos
Los unos
a los otros
Con la
ayuda de nosotros mismos
De que
todo está en perfecto orden;
Huimos
del humo de un cigarrillo
En la
boca de cualquier extraño
Por arraigarnos
a un mundo
Que ni
siquiera construimos
Con nuestras
propias manos.
Regresé
y abrí esa puerta
Para
encontrarme con el pasado,
Se
notaba su placidez
Por estrenar
forma y atuendo,
Admito
que estaba bien maquillado
Y por
eso me senté con él.
El
pasado promete y engaña,
Pero
nos da estabilidad,
¿Cómo
negarle un par de minutos,
Las frases
que él mismo,
Bajo
otro rostro,
Nos enseñó?,
Impensable,
No hay
que ser malagradecidos,
Hay que
invitarlo a un café
Para
que olvide la carga
Que lleva
sobre su espalda,
Sobre
su larga cabellera oscura
Con pinceladas
castaño claro,
Bajo
sus cejas espesas
Que parecen
querer hablarte,
Expresarte
que el mundo
No es
tan pequeño como parece,
Que podemos
viajar a Hungría
O a
las islas griegas,
Quedarnos
una temporada en Suiza
Y regresar
para seguir viviendo,
Con
la tranquilidad absoluta
De estar
haciendo lo correcto;
Lo
que te hace sentir vivo
Te otorga
la extraña cualidad
De tocar
la puerta con ritmo,
Con la
fresca sutileza
Que te
hace recordar
Una de
un buen vino
Mientras
escuchas algo de blues
Y sientes
que eres alguien,
Una persona,
Un sueño
inconcluso
Que
siempre parece tener frío.
El
pasado no asusta cuando se disfraza bien,
Cuando
quita la nostalgia
Y nos
estrangula con un toque de demencia
Que fluye
con naturalidad
Por
el laberinto interminable
Que parece
ser
La historia
más hermosa
Que jamás
será contada
Porque
solo la sabes tú
Y no
has logrado vencer la vergüenza,
El pánico
escénico
Que te
atormenta los jueves en la noche
Y solo
pareces poder vencer
Los lunes
en la tarde
Bajo
la amarillenta luz
De una
lámpara antigua,
Herencia
que nunca pediste
Pero
recibiste con una enorme sonrisa;
El
pasado onírico nunca muere,
O
tal vez muere,
Pero
su influencia va más allá,
Algunos
aseguran
Que las
ideas son para siempre.
A
veces el pasado se vuelve presente,
Se quita
la máscara y te saluda,
Parece
confiar en ti
Y tú
no puedes dejar de mirarlo
Por
la manera en que cruzas los brazos.
Creo
que estaba cansado,
Decidió
existir de nuevo
Llegando
como un rayo a mediodía
Con un
sol inclemente,
Sin nubes,
Sin
justificaciones,
Creo
que me alegró verlo
Porque
el tiempo nos ha hecho mejores
El uno
para el otro;
Ahora
podemos jugar
A dibujarnos
con la mano menos hábil
Por simple
diversión,
Mirarnos
a los ojos,
Tratarnos
como iguales,
Respetar
los silencios
Que ambos
apreciamos
Y darnos
una que otra mirada.
¿Complicidad
total?,
Es posible,
Solo
queda seguir andando,
Tocar
un par de puertas
Sin darnos
cuenta,
Quitarnos
la máscara,
Dejársela
a alguien más;
Siempre
hay alguien que la necesita.
Por:
Juan José Cadena D.
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