martes, 3 de febrero de 2015

Jueves en la tarde

No estaba del todo solo,
De hecho íbamos conversando,
Soltando un par de carcajadas bulliciosas
En medio de pasillos silenciosos
Para sentirnos poderosos,
Más vivos que la noche
Que parecía mirarnos con disimulo
Antes de abalanzarse sobre nosotros,
Envolviéndonos en sus falsas promesas
De soledad indiferente.
El reloj acababa de marcar las cinco
Cuando tocaron la puerta,
Un toque fuerte,
Rítmico,
Característico de alguien alegre,
Un toque lleno de confianza,
De la sangre que acelera
En medio de las venas
Al no tener idea de quién se trata;
“Ha de ser alguien sin importancia”, pensé,
“Las personas importantes llegan temprano”;
Seguí deambulando
En busca del caminar del reloj
Mientras pensaba lo cómicos
Que resultamos a veces:
Nos pasamos la vida entera
En busca de experiencias y aventuras,
Incluso llegamos a comprarlas
Si podemos,
Pero no queremos sorpresas
Porque logramos convencernos
Los unos a los otros
Con la ayuda de nosotros mismos
De que todo está en perfecto orden;
Huimos del humo de un cigarrillo
En la boca de cualquier extraño
Por arraigarnos a un mundo
Que ni siquiera construimos
Con nuestras propias manos.
Regresé y abrí esa puerta
Para encontrarme con el pasado,
Se notaba su placidez
Por estrenar forma y atuendo,
Admito que estaba bien maquillado
Y por eso me senté con él.

El pasado promete y engaña,
Pero nos da estabilidad,
¿Cómo negarle un par de minutos,
Las frases que él mismo,
Bajo otro rostro,
Nos enseñó?,
Impensable,
No hay que ser malagradecidos,
Hay que invitarlo a un café
Para que olvide la carga
Que lleva sobre su espalda,
Sobre su larga cabellera oscura
Con pinceladas castaño claro,
Bajo sus cejas espesas
Que parecen querer hablarte,
Expresarte que el mundo
No es tan pequeño como parece,
Que podemos viajar a Hungría
O a las islas griegas,
Quedarnos una temporada en Suiza
Y regresar para seguir viviendo,
Con la tranquilidad absoluta
De estar haciendo lo correcto;
Lo que te hace sentir vivo
Te otorga la extraña cualidad
De tocar la puerta con ritmo,
Con la fresca sutileza
Que te hace recordar
Una de un buen vino
Mientras escuchas algo de blues
Y sientes que eres alguien,
Una persona,
Un sueño inconcluso
Que siempre parece tener frío.

El pasado no asusta cuando se disfraza bien,
Cuando quita la nostalgia
Y nos estrangula con un toque de demencia
Que fluye con naturalidad
Por el laberinto interminable
Que parece ser
La historia más hermosa
Que jamás será contada
Porque solo la sabes tú
Y no has logrado vencer la vergüenza,
El pánico escénico
Que te atormenta los jueves en la noche
Y solo pareces poder vencer
Los lunes en la tarde
Bajo la amarillenta luz
De una lámpara antigua,
Herencia que nunca pediste
Pero recibiste con una enorme sonrisa;
El pasado onírico nunca muere,
O tal vez muere,
Pero su influencia va más allá,
Algunos aseguran
Que las ideas son para siempre.

A veces el pasado se vuelve presente,
Se quita la máscara y te saluda,
Parece confiar en ti
Y tú no puedes dejar de mirarlo
Por la manera en que cruzas los brazos.
Creo que estaba cansado,
Decidió existir de nuevo
Llegando como un rayo a mediodía
Con un sol inclemente,
Sin nubes,
Sin justificaciones,
Creo que me alegró verlo
Porque el tiempo nos ha hecho mejores
El uno para el otro;
Ahora podemos jugar
A dibujarnos con la mano menos hábil
Por simple diversión,
Mirarnos a los ojos,
Tratarnos como iguales,
Respetar los silencios
Que ambos apreciamos
Y darnos una que otra mirada.
¿Complicidad total?,
Es posible,
Solo queda seguir andando,
Tocar un par de puertas
Sin darnos cuenta,
Quitarnos la máscara,
Dejársela a alguien más;
Siempre hay alguien que la necesita.


Por: Juan José Cadena D.

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