martes, 25 de noviembre de 2014

Extraña situación

Una vaga ondulación que me despierta,
El casi imperceptible sonido de un aleteo vago
Que juega a desnudarse frente a mis ojos cerrados,
El incoloro palpitar de un par de frases en el aire
Que quieren perderse en un vacío impávido
Mientras estiro los músculos de mi cuello
E intento olvidarme por un segundo del sol.
Estoy respirando con el sombrero puesto
Porque nunca quiero quedarme quieto
En medio del alienado vaivén de los murmullos,
Porque me duelen instantes repentinos
En los que no estuve presente,
Porque me pesan los días ajenos,
Los sueños que nunca me atreví a tener.

Caminando entre paisajes que me son ajenos
Encuentro la quietud entre livianos suspiros,
Un aura purpurea que ni se mueve ni trasciende
Me mira con letargo máximo e intenta hablar.
No escucho,
Me desvanezco,
Me dejo llevar de nuevo,
Me alejo para no volver.
Parece que el miedo se quedó sin alma
Y que el suelo vuelve a estremecerse,
Parece que llueven horas parcas
Entremezcladas con remordimientos torpes,
Parece que nacer no fue tan importante,
Que la vehemencia se tomó las calles,
Que es imposible distinguirnos.

Entonces no queda más que sentarme aquí,
A la espera de un chispazo de consciencia
Con la cabeza llena de pequeños momentos,
Hundido en un olvido imaginario que asfixia
Los últimos signos de existencia natural.
A veces creo estar seguro de un detalle:
A todos se nos acaban los dragones.

Por: Juan José Cadena D. 

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