Anoche tuve sueños muy extraños. Estaba recostado en mi cama
recibiendo la visita de fantasmas que se me hacen conocidos, entendiendo
una que otra palabra en medio de sus lóbregos aullidos y descifrando
mensajes inexistentes que estallaban en mi mente. La habitación estaba
teñida con un aura púrpura mientras compartía una taza de café demasiado
azucarada con los personajes que
habitan en mi mente. Sí, es cierto que los personajes son solo visibles
para mí, pero eso no les quita realidad: los siento, los escucho, los
comprendo, los ayudo si lo necesitan; sé que suena un tanto extraño,
pero todos lo hacemos de cuando en cuando, tal vez todos los días si
nuestros sueños no se han desdibujado con el andar de noches
insignificantes, todos andamos capturando personajes para nuestro
entretenimiento personal, para llenar los vacíos que las áridas manos de
la soledad esparcen por las paredes de nuestras respiraciones vagas e
insonoras. Hoy estoy tan lleno de personajes, que puedo llegar a
enumerártelos aunque admito que no tengo tiempo para hacerlo porque la
charla está muy interesante;y eso es, quizás, lo más curioso de estas
aventuras, el hecho de que ocurran en algún lugar de la irrealidad y se
sitúen en un tiempo que parece derretirse entre los invisibles pies de
los protagonistas. ¿Hasta dónde entendemos que llega lo que existe? Para
mí, la realidad se traza con el pasar de incontables incongruencias que
se anulan entre sí, entre infinidad de falsedades que seponen de
acuerdo para mirarte a los ojos y lanzarte una sonrisa suspicaz, adentro
de la maleta que está en el fondo del armario escondiendo segundos que
se yuxtaponen y empañan con el correr de un pestañeo; para mí, todo es
tan verdadero como se quiera porque no hay jueces de por medio. En todo
caso, enfoquémonos en anoche, anoche cuando se me aparecieron todas las
versiones de una misma persona, un ser por cada ocasión en la que nos
habíamos encontrado y otros tantos de ocasiones que no fueron vividas
más allá de mi mente; es extraño darte siempre cuenta de nuevos
detalles, explorar el descubrimiento del otro, rebuscar la manera de
entendernos mutuamente en un mundo que parece obligarnos a cambiar cada
que suenan las campanas a lo lejos, y eso que ya las campanas suenan
menos, o suenan más mientras les hago menos caso, no estoy del todo
seguro; parece ser que solo jugamos a conocernos mientras exaltamos con
vehemencia máxima nuestra imaginación, que nos coleccionamos y
utilizamos como marionetas comunales a las que no les importa salir
corriendo porque no encuentran motivos para hacerlo. La pasión nos
mueve, la pasión nos mata, ¿qué sería del ser humano sin pasiones?,
¿Cómo podríamos sentirnos vivos sin siquiera sentir?, ¿En dónde se
esconde la esencia de lo malvado, de lo que somos?; no importa lo que
piense, o al menos no importa tanto como pensamos, o la manera en que lo
hacemos, o con quienes discutimos temas tan irrelevantes como la
economía y la política; tal vez encontrar la felicidad no es más que
hablar con la persona correcta en el momento equivocado por el tiempo
exacto, tal vez esa conversación no tiene que pasar en realidad para que
sonrías, para sentirla; Por aquí deambulaban leones la semana pasada y
ahora solo encuentro reencuentros inoportunos con las ruedas malgastadas
de un camión que pasará al olvido y un perro con gran grima que
deambula por las calles. Anoche las calles no eran calles, no llevaban a
ningún lugar diferente, no llevaban a ningún lugar; eran banas
conexiones entre simulaciones de credibilidad máxima, eran puentes
inservibles hacia planetas lejanos, hacia ambientes tropicales que
prometían mucho más de lo que son pero siguen siendo interesantes por un
breve respiro. Y los instantes se me venían abajo uno a uno,
acompañados por la melodiosa voz de otro personaje que me indica el
camino exacto hacía un mejor futuro, que entiende por perfección
transitar la misma ruta dos veces sin mayores contratiempos y termina
estancado en algún punto medio del que nadie tenía idea; no hago caso
por terquedad, porque los pasos en la oscuridad parecen ser más
importantes y ya se me está acabando la noche que me dieron para ser
libre. Por eso me escapé de entre mis sábanas y me dediqué a hurgar en
tus ideas, a revolcarme entre tus dientes y gritarte en el oído una
canción que a nadie le gusta; por eso veo el piso como un medio más que
como una plataforma; por eso hago un allanamiento silencioso de matices
que se quedaron en el aire. Anoche tuve sueños extraños, pero ya estoy
despierto; anoche viví, pero ya estoy despierto; anoche no existe.
Por:Juan José Cadena D.
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