martes, 8 de julio de 2014

Era temprano

Era temprano y el mundo me pareció pequeño,
Una sala de televisión, un balón de fútbol,
La incesante lucha por dejarse ver
Y luego correr a esconderse de nuevo.
El aire ni siquiera definía su olor
Por andar escurriéndose una y otra vez,
Una lucha interminable con la nada,
Con el silencio irónico que se posa
Entre la eternidad y la boca del estómago,
Con las hojas muertas que se balancean
Para no dejar su muerte en un punto fijo.

Era temprano y no había gente en las calles,
Estructuras desoladas y sin sombra,
Murmullos asesinados por la euforia
Desenfrenada de un transeúnte negligente.
El cielo no tenía un color exacto
Por andar jugando a ser dios,
Por corregirse a sí mismo,
Por recrearse infinidad de veces,
Por querer ser y aparentar al mismo tiempo
En un momento equivocado.

Era temprano y no tenía ganas de salir,
Un alma nostálgica, un parpadeo imperfecto,
Desentenderse del mundo ya existente
Para crear uno a tu medida,
Sin números primos ni explosiones,
Con un sentido laxo y literal.
Los sonidos se deslizaban con suavidad
Entre las ventanas abiertas de par en par,
Dejando vibraciones banales
Que se rompen tras un fugaz existir,
Tras una vaga ilusión,
Tras un chispazo de alegría.

Era temprano y tal vez ese era el problema,
Que el tiempo existía pero no pasaba,
Que el infinito se hizo presente
En el peor momento posible,
Que andaba esperando una noche
Que no llegaba a materializarse.
Era temprano y me acostaba boca arriba.
Era temprano y el bombillo seguía apagado.
Era temprano, era temprano, era temprano.
Yo me despeinaba los segundos,
Me arrancaba uno a uno los momentos,
Estornudaba horas enteras,
Y se me caían los instantes;
Pero nada,
El universo inmutable se burlaba.

Era temprano y el sol se apagó de repente.

Por: Juan José Cadena D.



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