domingo, 30 de septiembre de 2012

Frente a Frente


Se sintió perdido por un momento, ahogándose poco a poco en millones de lagunas muy pequeñas que se posaban bajo sus pies. El mundo empezó a sucumbir ante las tinieblas, las cuales sin apurarse daban pasos firmes sobre la realidad. Uno a uno, paso a paso, y siempre en orden. Así marchaban sus pensamientos, que como siempre estaban bien estructurados. Si bien los vidrios rotos inundaron su garganta, causándole un dolor indescriptible, nunca pensó en limpiarlos, los aceptó con la misma frialdad de siempre. En un instante de conciencia captó tantas imágenes como pudo, reorganizándolas al derecho y al revés hasta perder la noción del tiempo y el espacio, dejando todo situado en el mismo vacio de antes. La imaginación rodó a diestra y siniestra, mientras cada una de las puertas se abrían para el baile, a veces sin sentido, de millones de secuencias ciertamente parecidas. Todas iban y venían, sobreponiéndose las unas a las otras sin orden alguno, en un vaivén frenético que se precipitaba hacia un estallido, la misma explosión maldita que tanto conocía. Sintió ser una nube, pasiva y alargada, que juega a ver figuras en la tierra, hallando miles de formitas extrañas que nunca dejan de moverse. Sintió como la lluvia se le escapaba de las manos con delicadeza, aun cerrándolas con cada fibra palpitante de su cuerpo. Y cayó la luz eléctrica atravesando su cráneo, partiendo en dos su propio universo, dejándolo desnudo frente a un espejo mentiroso y subjetivo. Con su mano apoyada en el reflejo de su rostro, por fin entendió que no tenía porque entender, acariciando sus cejas y dibujando en un papel imaginario cada uno de sus rasgos. Le hubiera gustado sonreír, aunque fuera por un segundo, dejándose seducir por tantas luces de colores que lo rodeaban, pero sabía que mentirse es acción de cobardes. Se lavó el rostro en el rio que caía, caía y nada más, llenando de ruido la oscuridad con sus golpes fríos a las rocas sin alma. Y prestando mucha atención al sinfín de gotas que se escapaban de su cuerpo para saltar a las profundidades, decidió quebrantar un poco sus planes a corto plazo.

Cuando abrió los ojos se encontró con la misma velocidad de siempre, como si no se hubiera perdido un solo segundo del mundo que nunca deja de girar. Abrió la boca y tomó tanto aire como sus pulmones lo permitieron, dándose cuenta de como ese par de bolsas rosadas se expandían en su pecho. Pero no salió nada, todos los altibajos musicales fueron retenidos por una fuerza demoniaca, la cual de forma muy burlona lo señalaba desde el suelo pegajoso. Bajó la mirada y trató de encontrar un porqué lógico, pero ninguno de sus cálculos tuvo resultado positivo. Antes de que llegara la ola gigantesca, dio media vuelta y empezó a caminar en silencio. Paso a paso fue recordando, siempre con la vista fija en sus pies que andaban apurados por llegar a ninguna parte. Sonrió aun en medio de su soledad al darse cuenta que su vida, muy en el fondo, tenía un sentido hace ya algún tiempo.

Por: Juan José Cadena D.

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