sábado, 9 de agosto de 2014

Caída libre

Existen siempre momentos inexistentes
Que se entrelazan con sueños inconclusos;
Oleadas de minutos intransitables
Camufladas entre insultos inocentes,
Pensamientos enredados en la lengua
Que quieren encontrar la eternidad.
Y se deslizan entre gotas de lluvia
Paralizadas a pocos centímetros del suelo,
Acurrucados entre fugaces ideales
Que saltaron sin poder abrir los ojos.

Gritamos en oscuros laberintos
Dibujados por nuestra propia ignorancia,
Nos desinhibimos entre carcajadas,
Nos arrastramos entre podredumbre,
Nos extasiamos entre tristezas ajenas;
Saltan, se revuelcan, nos arañan;
Existen, nos miran, se esconden.
Observamos desde la mórbida comodidad
Reflejada junto a la luz de la luna,
Una sombra imperecedera atrapada en
Un aullido perdido en el desierto.

Yo me quedo siempre sentado
A la espera de un relámpago
Con los oídos bien tapados.
Me encuentro entre dos vidrios
Resquebrajados desde sus adentros,
En medio de una ambigüedad,
De un latente ir y venir sin sentido,
De una visión fortuita del futuro
Escurriéndose entre mis venas.
Aterrorizado por voces conocidas
Escondidas al otro lado del cristal,
Por difusas figuras ambulantes
Discutiendo sobre sinsentidos;
Siento caer los retratos secretos
Como impertinentes susurros
Que se introducen en mi oído,
Los palpitantes llantos,
El olvido.

Por: Juan José Cadena D.



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