jueves, 13 de febrero de 2014

Reflexiones atemporales

Había un ambiente inexplicable,
Efímeros pensamientos  desdibujados
Que se olvidan entre parpadeos invisibles.
Había un ambiente inexistente,
Estrellas fugaces que quieren esconderse
De suspiros ajenos y entrecortados.
Había sueños pegados en el techo,
Remolinos interminables y distraídos
Que se ven muy lejanos en el tiempo.

Fue una sorpresa irrelevante,
Latigazos de cordura camuflados
Entre tanta podredumbre.
 Fue una utopía momentánea,
Gritos infinitos y desesperados
Que rebotan sin cesar en las paredes.
Fue encarcelamiento hostil,
Antiguos pergaminos transparentes
Que luchan por guardar secretos.

Existió cierta incoherencia,
Palabras que salen disparadas
Extraviando puentes invencibles.
Existió cierta ambigüedad profunda,
Ondas que oscilaban en la nada
En busca del tonto que las despertó.
Existió inmediato reconocimiento,
Mentiras con diamantes en los dedos
Que dicen poco más de lo que son.

Había fuego ilusorio que se tambaleaba,
Fuego extraño que no quería ser ceniza,
Baile eterno que no necesitaba música.
Fue el sable que extravió el silencio,
Silencio necesitado de un observador,
Raíz sin futuro habitando la realidad.
Existió la armonía entre las nubes,
Armonía resplandeciente al anochecer,
Una embarcación sin ancla que desplegar.

Había infinidad de posibilidades,
Fue una ambivalente eternidad,
Existió el chispazo del destino.

Ya no hay más que el vacío mismo,
No se es más que ilusiones vagas,
La existencia  es una cualidad innecesaria.

Por: Juan José Cadena D.





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