Realmente los seres humanos son
una especie muy interesante, es my entretenido observar de forma detallada su
comportamiento tan predecible, y me causa mucha impresión ver como huyen de lo que en realidad importa
de una forma tan fría y severa. Tan solo
se pasean de un lado a otro haciendo el menor esfuerzo posible por suplir sus
necesidades fisiológicas, tan solo les importa la imagen que dan a los demás
así sea algo completamente diferente a su ser, y no les importa nada que no los afecte directamente, no les importa ver el
hambre en los ojos de un desconocido, o escuchar los llantos desesperados de
una bebe de dos o tres meses de nacido recostada en la acera de enfrente. Pero claro, a todos les
inculcaron fuertes valores que se pueden reducir en ayudar al prójimo y ser
respetuosos, y todos al ver un acto que va en contra de esta corriente se
asombran y dicen que “este mundo va de culo pal estanco” y “no entiendo como
alguien puede ser así”, mientras ellos se sienten sumamente orgullosos de haber
donado el 0.01 porciento de sus ingresos a una fundación en la que trabaja el
hijo del cuñado del primo en segundo grado. Pero es que así funciona el
planeta, todos los humanos tienen que sentirse buenas personas, o al menos
hacer creer a los demás que lo son para así sentirse socialmente aceptados, y
de paso creerse su mentira y llegar a un mundo de fantasía donde “yo soy bueno
y por eso me va bien”. Y gracias a esa
mentira pueden dormir tranquilos sintiendo que ayudaron, y no tienen porque
sentirse mal al lanzar una mirada grotesca a un reciclador ambulante, o al
ignorar de forma grosera algún personaje de la calle mientras pensaba “uyy que
miedo ese man, seguro me va a robar o pegar alguna infección si se me acerca
mucho”.
Pero en el fondo todos saben que
en verdad no hacen nada por nadie y tan solo son un montón de carne, cartílago
y hueso ambulante. Por eso se sienten tan vacios y tan insignificantes, porque
saben que su paso por este globo terráqueo es tan solo cuestión de tiempo, y
sus nombres quedaran relegados al olvido inmediato tras su entierro en el que
si mucho dos o tres personas lloraran honestamente, porque el resto solo sigue las normas sociales tan
cuidadosamente enseñadas y aprendidas desde muy corta edad. Por eso buscan
alguna razón para vivir, alguna distracción de esta cruda realidad, de la
frialdad y crueldad de si mismos, por eso maquillan su imagen con fotos en las
que siempre salen sonriendo, para que así la gente no se de cuenta de lo
destruida que esta su alma manchada de indiferencia. Pero de nada les vale,
porque antes de quedarse dormidos, en ese limbo entre la realidad y los sueños
todas las cartas en la mesa hablan de miseria. Lo más cómico del asunto vendría
siendo que no hacen nada al respecto sino que terminan aceptando su sufrimiento
como una enfermedad crónica, no tienen reacción alguna ante la vida latente y
se vuelven muertos que respiran, comen y van al baño. Y ahora solo guiados por
lo que el exterior les dicta se olvidan completamente de lo que su interior
grita, y se vuelven mascaras sin cara, ya no hay vuelta atrás, o si la hay pero
es casi imposible recorrer ese camino.
Por eso no me sorprende ver como
hablan durante toda la semana del partido del sábado, de la borrachera de hace
quince días y de cómo se pasaron el quinto nivel de algún video juego lleno de
violencia y sexualidad. Es tan solo su
escape de la vida, la forma más fácil de no enfrentar sus demonios, el camino
más fácil y a la vez más corto hacia la muerte. Pero es tan repulsivo y a la
vez tan fascinante observar esto, las barreras mentales que se ponen para
aceptar o justificar su comportamiento, cuando la justificación es algo
imposible cuando se habla de hechos tan asquerosos. Es la realidad humana, o de
la mayoría de los humanos al menos.
Pero no pierdo la esperanza, he
conocido personas que no se limitan a ser ese saco de tripas y luchan por algo,
luchar es vivir si la causa lo amerita. Por eso quiero ser un luchador y evitar
caer en esos comportamientos tan despreciables y patéticos. Todos tenemos guías
y maestros que nos alejan de ese camino tan humillante y doloroso, pero a fin
de cuentas el único que evitara esa caída eres tú mismo. He ahí la pregunta ¿ser un escapista vacio o
luchar por algo?
Por: Juan José Cadena D.
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