Se
puede decir que todo estaba entretejido en medio de aullidos interminables de
dolor. No sé, es lo que se puede concluir por lo que encontraba el mal llamado
investigador. Ese término siempre da un poco más de renombre y exuberante
importancia a un cargo medio burocrático sin importancia alguna para la
sociedad. Todo se veía entre lagunas vespertinas arrulladas por las suaves
ondas de los arreboles serpenteantes a las seis de la tarde y en el ambiente
estaba ese “no importa nada” de los domingos aunque fuera otro día de la
semana. El tiempo se había venido enfocando en unos datos promisorios, acicalándose
y tornándose momentáneamente eterno para siempre mantener el calor del momento
en su máximo esplendor.
Una
que otra cordialidad, pensamientos encontrados y la agonía permanente de sueños un tanto utópicos. Ya
venía siendo el momento propicio para una presentación o un juego mal
planificado, y aún peor ejecutado, por un grupo de seres humanos que encuentran
en el fondo de un trago amargo su reprimido deseo de encontrar la tan anhelada
eternidad. Coexistencia. Ambiguo pensamiento del ser ambulante y demente entre
los pasillos, noctámbulo, desnudo y aliviado tras un par de eternidades con
dolor de espalda.
Un
saludo espontaneo que se pierde entre melancólicos recuerdos inexistentes para
no volver jamás. Separación total. Oscuros pensamientos que se vuelven
realidades palpitantes y llegan a sorber tu sangre desde lo más alto. Te
encuentras a ti mismo cabizbajo y meditabundo entre paradigmas sociales que
repudias pero te cuesta demasiado evitar por razones que van más allá de tu conciencia
y ambivalente sabiduría.
¿Otra
cordialidad acaso? No lo creo. Dicen que sueles ser tu propia perdición. Dicen
que siempre hay opciones. Dicen y dicen pero no se actúa por miedo a un público
al que en verdad no le importa nada. Acción-reacción. Suspiros y malentendidos
causados por un lenguaje subutilizado. Pero ya estando en el lugar propicio a
la hora dada y con todos los elementos en su lugar, se debe proceder por simple
matemática y probabilidad. Sumas y restas, la especialidad de la casa.
En
entredicho quedó todo lo especulado hasta el momento. Imágenes ilusorias de
páginas sin escribir y caminos por recorrer. Pensamientos y más pensamientos. Reflexiones,
repeticiones y aportes nulos a una conversación ladeada hacía el caos absoluto
por propia voluntad. A veces se encuentra todo lo que se busca sin saberlo y te
quedas dándole vueltas y vueltas para ver si desaparece de una vez por todas. Sentirse
aplastado por tus propias ideas, y despertar, una y otra vez, con la certeza de
que no eres más que el pálido reflejo de un yo ya fallecido.
Vivir
en medio de torturas que sobrepasan el entendimiento de la mayoría. Huir, caer
y huir de nuevo sabiendo que no te espera más que el suelo, la sal y la eterna
oscuridad. Imágenes inconexas que se entrelazan sin saberlo y sin querer que
nadie lo sepa; caras opuestas que cruzan una diabólica mirada que simboliza la
hecatombe máxima. ¿Premeditado?... no lo creo… no lo sé… espero que no. Solo queda
la malévola esfera que sigue en movimiento. Aplastar y destrozar. Queda mucho
que pensar.
Por:
Juan José Cadena D.
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